Eliana y Andrea estaban en la puerta de la casa de la primera de las muchachas mencionadas. Ansiosas y preocupadas.
Pablo y Hernán, sus prometidos, pasarían a buscarlas por allí alrededor de las 22 hs. 22.15 como muy tarde. Habían quedado en ir a bailar y aprovechar la ocasión para hacer las pases, luego de la pelea que vivieron el día anterior.
Pero ya eran las 22.30 hs. y no llegaban.
¿Les habría pasado algo? ¿Les estarían jugando una broma de mal gusto?
Por lo que fuera, los nervios de las dos amigas estaban a punto de explotar. Para colmo, la noche no ayudaba: nublada, ventosa, fría. Una noche triste como pocas.
Ya estaban por ir a llamar por teléfono a Hernán por segunda vez (la primera vez no había atendido nadie) cuando el Ford del Pablo apareció delante de las chicas.
¡Qué alivio! Pensaron ambas, y decidieron dejar el enojo y los reproches para otro momento. Después de todo hoy iba a ser la reconciliación y no querían echar todo a perder.
Sus prometidos les sonreían desde el interior del auto a la par que agitaban una mano y les tiraban besitos a modo de saludo.
Y luego de cerrar la puerta con llave, Eliana se dirigió al auto (ya Andrea se había sentado atrás con Hernán, su prometido) y se sentó adelante junto a Pablo.
-¡Pero que guapos están! – elogió Andrea mientras Pablo ponía el auto en marcha.
-Gracias. Ustedes también – respondió.
Se pusieron entonces a hablar de todo un poco. Pero enseguida les fue evidente a las dos amigas que sus prometidos no se hallaban del todo bien.
Eliana notó a Pablo más callado que de costumbre, además de verlo un poco triste. Por su parte, Andrea notó que Hernán estaba bastante pálido. Parecía enfermo.
Preocupada preguntó:
- ¿Mi vida... te pasa algo? Te noto mal...
- Sí, yo también Pablo – dijo Eliana. - ¿Qué les está pasando?
- Nada – respondieron al unísono ambos. Y las amigas se estremecieron inconscientemente, ya que la respuesta fue dada en un tono de voz entre nervioso y forzado.
- Nada importante – continuó Pablo. – Se pinchó una goma en medio del camino y tuvimos que cambiarla.
- Ah – dijo Andrea. (Aunque algo le decía que eso no era cierto)
Definitivamente algo no andaba bien, pero no insistieron más.
Llegaron al boliche y entraron al mismo. Pensaban reventar la noche y olvidarse de todo.
El cielo había decidido finalmente mostrar su mejor cara y acompañó la noche de los cuatro muchachos con una radiante luna y estrellas como luciérnagas.
Esa noche, las dos parejas se demostraron más amor que nunca. Las caricias y besos de Pablo y Hernán hicieron sentir a sus prometidas las mujeres más felices del mundo.
Sí que se reconciliaron... ¡y qué reconciliación!
Ya salía el sol y decidieron entonces volver a sus hogares.
Pero al subir al auto –y en todo el trayecto de regreso- los jóvenes volvieron a mostrarse extraños.
La palidez ya era evidente en los dos, y las preguntas que comenzaron a hacerle a las chicas las molestaba. Parecía como si no fueran a verse más.
- ¿Nos aman? – preguntó Pablo.
- Sí, por supuesto – respondió Eliana.
- ¿Y siempre nos van a amar?
- Ay nene. Sí, siempre.
- ¿Y nunca se van a olvidar de nosotros?
- ¡Pero qué interrogatorio! – dijo Andrea. – Parecen del FBI. Aparte hablan como si de un momento al otro fueran a dejar de existir. Por Dios, no hagan más esas preguntas. Y con ese tono. Me hacen poner la piel de gallina.
- Pero respondan...
- ¡Uh, no! – dijeron las dos. – Jamás los vamos a olvidar.
La tensión aflojó y los cuatro prometidos siguieron su camino en silencio, sólo diciéndose cuánto se amaban con la mirada. Escuchando una dulce canción y disfrutando de la mutua compañía.
El auto andaba casi solo por la autopista. Fuera, el viento seguía haciendo de las suyas.
Pero el sol –ya completo en el cielo- auguraba un espléndido día.
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Eliana y Andrea dormían profundamente, en el amplia cuarto de Eliana. Cuando un fuerte riiiiiiiiiinnnnnnngggggggggg! las despertó.
Otro más... y un tercero... y otro ring!
Eliana se puso el salto de cama y salió corriendo escaleras abajo. ¿Quién llamaría a las nueve de la mañana con tanta insistencia?
Atendió... y el horror, al escuchar el llanto sin consuelo de la mamá de su prometido, le heló la sangre. Sus piernas se aflojaron. Y casi cae al suelo de no ser porque su amiga ya estaba a su lado sosteniéndola.
- Ajá – dijo Eliana – ya salimos para allá... – y colgó.
La miró a Andrea y se largó a llorar.
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Ya en el velorio de los muchachos, de Pablo y Hernán, y mientras todos sus amigos, familiares y conocidos les daban el último adiós, Eliana y Andrea –también sin consuelo- se enteraron de todo. Y no supieron qué decir cuando lo que les estaban contando estaban seguras que no podía ser. Pablo y Hernán habían estado con ellas toda la noche.
Sara, la mamá de Hernán, les contó que eran las 21.30 hs. del día anterior cuando se enteraron de que su hijo y el amigo habían tenido un accidente con el auto. Habían salido para ir a buscar a sus prometidas, y como llegaban tarde, apresuraron la marcha. Tan rápido y distraídos iban que al cruzar una avenida, no vieron el camión que venía por la derecha, y chocaron. Mucha gente testificó la escena.
Y la autopsia reveló que ambos murieron en el acto. A las 21.30 hs., la noche anterior.
Ya separadas del resto, y temblando a más no poder, Eliana le dijo a su amiga –Con razón nadie nos atendió cuando llamamos a la casa de Hernán. Habrían salido todos al lugar del accidente. Y ahora entiendo el por qué de sus preguntas y de por qué los notamos tan extraños...
- Sí, puede ser. – respondió Andrea, con un escalofrío recorriéndole por la espalda. –Pero sea como sea, nosotras estuvimos toda la noche con ellos, vos lo sabés. Cuando en realidad sus cuerpos, por otro lado, estuvieron tirados ahí. Entonces... ¿qué pasó Eliana, quién estuvo con nosotras? – miedo...
Eliana, un poco resignada y tratando de entender todo, respondió –Ellos, amiga. Se quisieron despedir.
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Y mientras se abrazaban y lloraban su dolor, sus prometidos, sentados a pocos metros, las contemplaban –mezcla amor y dolor.
- No nos olviden nunca. Nosotros jamás las vamos a olvidar.
Ya estaba todo hecho; ahora podían partir.
Y qué despedida les llegó a las "viudas". Como siempre, muy prolijo y original. Felicitaciones.