Mi nombre es Javier, soy cadete en una mediana empresa, mi vida no sale de lo común.
Una vez a la semana voy a capital a realizar algunos tramites. Todas las semanas es lo mismo, tren, colectivo, subte, y de vuelta a la oficina. Pero ese día fue distinto.
Esa mañana, recuerdo que era primavera, mediados de Septiembre, no hacía frío, la Plaza de Mayo estaba bastante concurrida, siempre lo está, todo iba normal hasta que de pronto siento un ruido detrás de mí, un sonido como de una soldadora eléctrica, y me doy vuelta. Era una esfera, un poco más grande que una pelota de fútbol, pero brillaba y largaba muchas chispas, se encontraba suspendida en el aire a unos 3 metros del suelo, en medio de la plaza.
De repente la bola explota y sale de ella otras dos bolas de igual tamaño, a estas dos las une un hilo de electricidad, mientras siguen echando chispas, de inmediato estallan las dos y de cada una salen dos mas que se unen a las otras tres que estaban antes formando de esta manera una especie de red. Me di cuenta que esta red iba avanzando y a medida que avanzaba se expandía.
La enorme red al avanzar atravesaba a las personas, pero no les hacia daño, solo pasaba a través de ellas, pero se notaba que la gente experimentaba un cosquilleo y malestar en la cabeza.
Yo no me quede a esperar que me pase lo mismo y me fui corriendo para mi casa para advertirle del hecho a mi mamá.
Al llegar a casa no la encuentro, tampoco estaba mi viejo, de hecho yo no me había dado cuenta, pero en la calle no había un alma.
Parecía una ciudad abandonada, como cuando uno ve en las películas que evacuan la ciudad por completo.
Prendo la tele para ver si salía algo de lo que vi en la plaza, mientras intento localizar por teléfono a alguno de mis parientes.
En eso veo por la tele que la gente iba desapareciendo, si, como te lo digo, vi como una señora que había estado en la plaza la enfocaba la cámara y desapareció, se esfumó, se desintegro, no dejó ningún rastro, como si fuera un fantasma.
No entendía nada, en eso se interrumpe la transmisión del canal y pasó lo que siempre temí. Todo lo que vi no era un sueño, así lo hubiese querido, pero era la realidad, a la Tierra la estaban invadiendo extraterrestres, si, aliens, marcianos, decile como quieras, pero nos estaban invadiendo.
Al ver su horrible cara en la tele, en todos los canales, nos estaban advirtiendo, a los terrícolas, a todo el planeta, que nos tenían dominados, que no intentáramos nada, que no nos defendiéramos, porque ellos podían leer nuestros pensamientos, y así lo hacían.
Mediante esa red que se formó, ellos a todas las personas que las atravesaba la red les transmitía a los alienígenas toda la información de la cabeza de la persona y establecía un enlace entre el cerebro y ellos. Y a todas las personas que piensen en contra de ellos los iban a desintegrar, por mas que tuvieran que desintegrar todo el mundo.
Y así lo hicieron con mis padres, mis amigos y toa la gente que conozco.
Mostraron por la tele un campo con una extensión que llegaba al horizonte, estaba poblado de lápidas, hasta donde se podía ver era un cementerio enorme, era le gente que penso contra ellos. Nos querían dominar el pensamiento y lo estaban logrando, y de la peor forma.
Por suerte no estaba yo solo en todo el mundo, había varias personas que no habían sido atravesadas por la red, y debía encontrarme con ellas.
Debía aprovechar que la red ya no crecía mas y mantenía su tamaño, pero no dejaba de moverse en ningún momento, andaba constantemente por todo el mundo.
Las naves patrullaban las ciudades más grandes.
Por si les interesa, no sé quien fue el primero en imaginar a las naves extraterrestres con forma de platillo de color plateado, pero eran así, tal cual como en la tele. Tendrían un diámetro de dos cuadras, y había varias por ciudad.
Los marcianos eran feos, horribles. Parecidos al que vimos que le hacían la autopsia, pero eran grandotes de 2 metros y medio, mas o menos. Flacos, pálidos, con la cara ovoide, ojos pequeños y muy enojados. No hablan nuestro idioma pero tienen una especie de aparato que le interpreta lo que dice.
Toda persona que había sido alcanzada por la red había muerto. Ellos no destruían los edificios, ni disparaban con lasers, ellos domaban tus pensamientos y casi siempre no coincidían con los tuyos.
Al finalizar el día mandan otro mensaje por tevé.
Ellos se retiraban, no tenían intenciones de destruir la raza humana, solo de advertirles que no estaban solos y que la gente mejore para que el universo esté mas tranquilo, y seguro. Ya que para las demás razas, a nosotros nos consideran una plaga. Y como tal tienen que controlar nuestro crecimiento en el universo para que no nos reproduzcamos mas de la cuenta.