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Categoría: Románticos

Su melodía

Desde que ella se fue, no ha pasado una sola noche en que no me haya venido al pensamiento cualquiera de los miles de momentos que pasamos juntos, viviendo bajo el mismo techo durante tanto tiempo. Todo sucedió tan de repente que nos dejamos muchas cosas por decir, y resulta aún más duro cuando pienso que jamás podré hacerlo. Lo único que mantiene viva esa esperanza es un momento sagrado del día: el momento en el cual me siento frente al piano, acariciando las teclas que parecen danzar sensualmente a la luz de un par de velas. Un periodo de tiempo que aprovecho para intentar componer una melodía sin letra, simplemente unas notas que expresen todo lo que no pude decirle antes de perderla. Unos minutos durante los que pretendo escribir en la música las palabras que el tiempo no me dejó regalarle. Pero al poco de comenzar a deslizar mis dedos por el piano, me rindo ante el dolor, un dolor que no me permite acabar esa melodía que le quiero contar. Y abandono, otra noche más, mi última opción de hablar con ella.
Y la otra noche, como de costumbre, me senté al piano para intentar de nuevo susurrarle las notas nunca dichas. A la luz de dos velas, una a cada lado del teclado, comencé a disfrutar de la sensual danza de las teclas, como si de un ritual de seducción se tratara. No era necesario, ya que, danzaran o no, yo me esforzaría por componer la ansiada melodía, como cada noche.
Coloqué mi mano izquierda sobre el teclado y observé con atención el contoneo de la llama de las velas, mientras colocaba la otra mano. Aquella noche, la sombra que las velas proyectaban en la pared parecía más elegante y sofisticada que nunca, y al bajar la vista hacia mis dedos, sucedió. Noté perfectamente cómo sus delicadas manos se posaban sobre las mías, cómo sus dedos acariciaban los míos, cómo ella me guiaba a lo largo del teclado y tocaba las notas de las cuales tanto tiempo me había privado el dolor. Cada nota era una de esas palabras que no tuvimos tiempo de decirnos, cada uno de esos sentimientos que no nos atrevimos a confesar, cada beso que, por vergüenza, no llegamos a compartir.
Y ella me ayudó a hacerlo. Ella me ayudó a terminar esa melodía imposible. Imposible... sin ella.
Cuando sonó la última nota, la busqué en la elegante sombra de las velas, pero ya no estaba.
Ahora, cada noche me siento al piano, enciendo dos velas y cierro los ojos. Coloco mis manos sobre las teclas y dejo que mi corazón toque la melodía que ella me enseñó. Su melodía.
Datos del Cuento
  • Autor: OneVoice
  • Código: 6643
  • Fecha: 20-01-2004
  • Categoría: Románticos
  • Media: 5.02
  • Votos: 47
  • Envios: 0
  • Lecturas: 5978
  • Valoración:
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Comentarios


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1 comentarios. Página 1 de 1
anna
invitado-anna 21-01-2004 00:00:00

Si realmente es real, no dejes que escape, y recurre a ella para que te ayude a terminar esa melodía que teneís pendiente. La vida no es tan larga a veces como parece!

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