Era diferente, completamente diferente. Al menos eso era lo que él pensaba, ya que para el resto del mundo no dejaba de ser una copia idéntica de Humberto O`Flaherty. El clon número 1, el de mayor edad. Creado durante la gestación de su propio hermano gracias a los progresos de la ciencia. Él era el recambio perfecto ya que era exactamente igual que su otro yo... aunque había una enorme diferencia.
Si creemos a la leyenda, todo había comenzado a finales del pasado milenio con una ovejita llamada Dolly que se creó a sí misma para no morir. Algo parecido a una resurrección antes de morir. Por supuesto había quien mantenía que el origen era mucho anterior, algo acerca de una loba que dio a luz dos veces al mismo niño, a uno de ellos lo llamó Rómulo y a su primera copia lo llamó Remo. Pero eso no eran más que leyendas y nadie las creía en serio.
La verdad científica nos habla de clonación. Un proceso mediante el cual se consigue una copia genéticamente igual al original a la persona clonada. Se supone que puede dar resultado también con animales (de hecho la leyenda de Dolly habla de que la primera clonación fue la de una oveja; o la que dice que un tal Spielberg consiguió clonar dinosaurios. Leyendas) pero nadie en su sano juicio se atrevería a gastarse el dineral que supone una clonación en conseguir una oveja o una cabra idéntica a otra. Por no hablar de las terribles trabas que hubieran puesto los ecologistas por experimentar con animales en vías de extinción.
El milagro de la clonación había conseguido que el mito de la inmortalidad fuera posible, al menos en teoría. La ciencia había conseguido anteriormente aumentar la esperanza y la calidad de vida que hubieran parecido imposibles a generaciones anteriores. Desde hace más de un siglo, la práctica totalidad de las enfermedades se curan en menos de 24 horas. Sin embargo los accidentes son inevitables y en muchas ocasiones un accidente era mortal de necesidad.
Sólo dos siglos antes se habían iniciado los transplantes. Si una persona tenía un órgano dañado podía salvar su vida gracias al órgano de una persona muerta. Pero... ¿qué hacer cuando la gente no moría? Cuando alguien necesitaba un transplante no había nada que hacer. Simplemente esperar la muerte. Ni siquiera se podían aprovechas los órganos sanos de estos "condenados a muerte" pues su progresivo empeoramiento acaba por dañarlos a todos.
Hoy la solución nos resulta obvia, pero hace 150 años era un proceso carísimo que sólo se utilizaba cuando personalidades prestigiosas morían en un accidente; y además los resultados casi nunca eran satisfactorios, ya que las copias eran biológicamente iguales, pero su personalidad raras veces coincidía, por lo que dejaron de hacerse.
Fue más o menos por esa época cuando se decidió a usar clones como "repuestos de órganos". La creación de órganos artificiales había sido un fracaso debido a los rechazos, y un clon era el repuesto perfecto. Era imposible que hubiera rechazo dado que, teóricamente, se trataba exactamente del mismo cuerpo. Tras los primeras pruebas con éxito, el sistema se utilizó a gran escala.
Cuando una mujer quedaba embarazada, se clonaba a su propio feto, el cual era de nuevo reimplantado en el útero de la madre. El resultado era un parto múltiple en el que el "original" tenía un nacimiento natural mientras que la copia nacía de cesárea. La copia era luego "almacenada" por si fuera necesaria la donación de alguno de sus órganos. Cuando el "original" cumplía los 14 años, es decir, al llegar a la adolescencia, se le volvía a clonar, e igualmente se le volvía a clonar al cumplir los 75 años al llegar a la supuesta vejez (en realidad la vejez como tal ya no existe, ya que gracias a la ciencia, una persona conserva su capacidad física y psíquica indefinidamente) También se realizaban nuevas clonaciones cada vez que era necesario sacrificar a uno de los clones para extraerle algún órgano. De este modo, siempre había 3 copias de cada persona (siempre que hubiera cumplido los 75, se entiende)
Cada persona tenía 3 hermanos "gemelos", uno de su edad, otro 14 años menor y otro 75 años menor. Humberto O’Flaherty solo tenía dos hermanos gemelos, ya que apenas contaba medio siglo de vida. Su gemelo mayor tenía por tanto la misma edad y era exactamente igual a él en todos los aspectos. Sin embargo, había una gran diferencia...
Humberto acaba de sufrir un accidente de tráfico y necesitaba con urgencia un transplante de corazón y otro de hígado. También se le tomó una muestra de ADN para hacer un nuevo clon. Cada vez que un clon era sacrificado, uno nuevo se creaba. Ahora el clon de mayor edad estaba siendo anestesiado, si bien contra su voluntad, lo cual era bastante extraño. Siempre los clones eran conscientes de su destino y se sentían orgullosos cuando les llegaba la hora de ser sacrificados. Era considerado como una reunión con el resto de su yo; prácticamente una experiencia mística. Pero O’Flaherty2 no estaba dispuesto a ser sacrificado e insistía en que él no era un clon.
Pese a sus airadas protestas y gritos de terror, O’Flaherty2 fue anestesiado y colocado junto a Humberto, su original, para proceder a los transplantes.... pero hubo que anestesiar a O´Flaherty3 y crear un clon de O´Flaherty2.
Nada más anestesiar a O’Flaherty2, se había procedido a la rutinaria comprobación de la dilatación de la pupila, y entonces se disparó la alarma. Había una diferencia: Humberto tenía los ojos azules y O´Flaherty2 los tenía verdes. O’Flaherty2 no era una copia de Humberto, era su hermano gemelo, en el sentido estricto de la palabra. O’Flaherty2 salvó su vida gracias a la diferencia, pero ¿cuántos gemelos naturales no habrán podido probar que son diferentes?