A las doce, en la noche de San Juan desnudemos los deseos, los abiertos corazones a la bondad, a la esperanza, a las doce pedid ese deseo mágico lleno de candor y cariño, envuelto en lazo azul y alojado cercano a vuestro corazón, ese que acuna vuestras noches de soledad, ese que solo lo escuchan vuestros latidos, ese que se queda atrapado a las puertas de vuestra esperanza.
A las doce dadle un vuelco a vuestra vida, pedid amor y volcadlo con ganas, yo pedí una vez conocer el amor verdadero, ese que solo se vive una vez, y la vida durante unos instantes me abrió las alas de mi deseo y ví una luz espléndida y mágica, me revestí de dulzura, me volví azul, soñé con sentirme amada, pero cometí el tremendo error de creer que ese amor que llamaba a mi puerta no era para mi, no era para mi lo que me regalaban.
Por eso os digo, a las doce, soñad con un mundo mejor, en el que las envidias y las torturas al pensamiento de una mirada se conviertan en libertad de besos, de músicas, de manos entrelazadas.
A las doce, cantadle a la vida una saeta y por notas de alegría envolved vuestro canto con la sonrisa del alma.
A las doce, sacad de vuestra mente el daño ajeno, el que os acongoja y os mantiene presos en la habitación de vuestros desvelos y desengaños, a las doce mirad al cielo, la noche se os regala mágica.
A las doce, entre el fuego de unos ojos, esos ojos con los que sueña vuestro alma, pedidle al cielo que auxilie en vuestras plegarias a ese ser que no puede estar con vosotros, a ese amor, a ese amigo, a ese familiar que os mira desde las estrellas con exquisita mirada. Rogad por los que nada poseen, llorad por los que teniendo todo nunca tienen nada y creed en los milagros, esos pequeños puntos de luz de amor que se instalan en el centro de vuestro corazón y desde allí os guían, os cuidan, os aman.
A las doce pedidle un deseo a las estrellas, yo lo sé, ellas lo recogerán, lo adornarán de besos y abrazos y se lo entregaran en noche vestida de soledad a vuestra persona amada.
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No soy un mundo de contrastes, herida estoy, dolida en el fondo de mi misma... más mis palabras se revisten de calor y brotan confiadas cuando os pienso y os imagino, mis amigos lectores, instalados en mi ser trantando, como yo, de sentir calor a través de las palabras.
Una buena amiga que ahora tengo lejos me enseñó a sobreponerme ante las adversidades con esfuerzo, pero con ilusión, con ganas, va para ella este sentir, mi esfuezo de palabras.