Ellos enternecían tu camino, mientras hacían de tu vida una fuente de energía a su servicio.

Tu vida, o al menos la que creías vivir, era un sueño más bien agradable si la comparas con la realidad; en ella superar barreras era difícil, pero tenías la posibilidad de elegir esas barreras. Triunfar o fracasar estaba en tu mano, eso te hacía seguir adelante.

En esa vida tenías la posibilidad de soñar, de evadirte de la realidad, o más bien de encontrarte con ella. No te dabas cuenta, pero cuando dormías tu subconsciente te daba pistas sobre lo que en realidad era tu vida. Tú la llamabas pesadilla, y es que los humanos tendemos a rechazar la verdad cuando esta es más dura de loque podemos soportar. Para ello nos valemos de la religión.

Así que dabas gracias cada vez que despertabas de esa "pesadilla" (dabas gracias a Dios, claro!), no caías en la cuenta de que en realidad volvías a soñar la vida que a ti te gustaba.

Curiosamente hay quien no soporta la vida que le han dado opción a soñar, y eligen el suicidio. No conocen cual es su vida real, esa vida en la que si despertáramos todos tendríamos motibos reales para suicidarnos. Sería a la vez de un medio para no sufrir más, un motibo para no seguir alimentando su violenta maquinaria.

Ellos saben cuando te alteras, cuando tus fuerzas se desvanecen, cuando estas a punto de darte por vencido. Pero no quieren que te sientas vencido, les conviene que sigas luchando, por que de tus fuerzas se alimentan.

Es entonces cuando un rostro dulce te mira, una mano de piel blanquecina, de suave caricia te roza... eso te da fuerzas, te hace pensar que es un motibo para seguir viviendo, seguir viviendo tu sueño; ellos se aprovechan de tu capacidad de regenerar tus fuerzas con esperanzas para luego robartelas, para robarte las fuerzas y las esperanzas.

No quieren que despiertes, pero aunque sea duro inténtalo, ¡¡ despierta !!, está en tus manos, tú debes romper esa máquina que se alimenta de tus fuerzas y de tus esperanzas.