De un día al otro descubrimos que estamos errados, que estamos yendo por el camino equivocado, que lo que estamos haciendo no causa otra cosa que dolor. Revelamos que muchas cosas carecen de sentido, nos damos cuenta que con ellas nos hacemos daño a nosotros mismos.
De repente nos sorprende el fracaso de una ilusión y, nos desarma tanto por dentro que preferimos negar que alguna vez la tuvimos. La cubrimos de mentiras y autoengaño, creamos una historia que nos pueda resguardar de tanta angustia.
De un momento a otro, perdemos las ganas de seguir soñando con aquellas cosas que tanta felicidad nos dieron, pero aún más heridas nos causaron. Nos hundimos en recuerdos, nos llenamos de melancolía, no permitimos que el viento se lleve el pasado que nos atormenta y nos oscurece. En sólo segundos podemos perdernos en un mar de lágrimas, cuestionar nuestra identidad, ahogarnos en un pozo de bronca y resentimientos.
Pasamos día, horas y minutos tratando de encontrar la forma de desprendernos de esas sombras que nos persiguen. Se nos hace tan difícil, que mientras lo intentamos, nos deshidratamos de tanto llorar por dentro y por fuera.
Esperamos ansiosos el día en que esa sombra en vez de rodearnos, se quede detrás nuestro. Esperamos la mañana en que al abrir los ojos, todo este desconsuelo haya sido una pesadilla que en ese preciso instante culmina.
Queremos cambiar el rumbo y quedarnos solo con recuerdos gratos que nos entibien el alma. Deseamos no seguir culpando a esa sombra de que poco a poco nos vayamos marchitando, para que así nunca se convierta en un pecado del rencor.
No conseguimos entender qué nos ata a esa sombra, por qué nos atrapa; por qué la seguimos a pesar de saber que nos lleva por camino de la soledad; por qué nos empeñamos en ir tras ella y esperar a que cuando se voltee por casualidad, nos divise con su cruel indiferencia...
No podemos comenzar a recorrer un nuevo camino sin que esa sombra se torne en las paredes que lo encierran, en los árboles que lo rodean, en las nubes que fundan la tormenta que lo inunda, en la meta a la que inútilmente fantaseamos conquistar.
Y seguimos navegando por ese camino, porque nunca perdemos las esperanzas de que algún día esa sombra se esfume, se desvanezca, se anule. Y llegue al fin, el momento en que volvamos a creer en la sublime luminosidad del amor...
Me parece un cuento muy bueno, trite...pero que refleja el dolor que muchos sentimos al no poder despegarnos de alguien