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Categoría: Historias Pasadas

Saberlo todo

Nació en un hogar pobre pero trabajador. Ya desde que era un bebé parecía distinto a los demás, era más despierto, estaba siempre atento a lo que sucedía a su alrededor.
Para cuando cumplió su primer añito de vida ya caminaba con una soltura envidiable para otros chiquitos mayores a él por varios meses. Daba sus pasos con la seguridad de saber qué hacía y por qué lo hacía. Llegado a los cinco años ya hablaba fluídamente y podía intervenir en una conversación con niños mayores a él sin perder detalle de nada. Opinaba sobre los más variados temas con una seguridad envidiable, a esa edad ya creía saberlo todo.
Aunque al principio se resistía a concurrir a clases, con el tiempo se dio cuenta de que era necesario terminar la escuela. Allí afianzó sus conocimientos e hizo de él un ser orgulloso y arrogante que se sentía superior a los demás. También dudó en continuar sus estudios secundarios pero al final accedió. Las enseñanzas de los profesores no hicieron mella en él, todo lo que decían era insignificante y si por casualidad hubieran dicho algo realmente importante, él creía ya saberlo de antemano. Lo único que había valido la pena en esos años era haber logrado concebir un grupo de amigos, los cuales no eran más que jóvenes mentalmente inferiores que necesitaban alguien dominante a su lado, quien, por supuesto, era él.
Llegado a los veinte años debió empezar a trabajar, pero no lo hizo hasta que encontró un empleo que se “adecuara” a sus requerimientos económicos, de horario y de esfuerzo. Por supuesto no demoró en escalar posiciones hasta que luego de dos o tres años fue jefe. Cosechó tantos triunfos laborales como enemigos entre sus compañeros; pero esto no era importante para él, que lo sabía todo.
Llegado a los veinticinco se dio cuenta de que aún le faltaba conocer algo: el amor. Eso no fue problema y, gracias a su buen pasar económico, consiguió rápidamente pareja. Tal como uno busca una comida apetecible en un menú de restaurante, así él eligió a quien fue su esposa. Para los treinta años se hizo un tiempo en su agenda y tuvo un hijo, al que no le dedicó demasiado esfuerzo en criarlo. Ahora sí lo había visto y vivido todo, creía ser un persona que rayaba la perfección.
A los treinta y cinco abandona a su mujer al ver que no era la misma de hacía diez años, además necesitaba su propio espacio y ella, junto con su insoportable hijo, no hacían más que provocarle problemas que no quería afrontar.
Pasó años sin tener una relación formal, pero siempre alguien estaba en su cama al llegar la noche. Detestaba la soledad y vio que no tenía amigos, sólo conocidos o familiares, aunque a éstos últimos prefería no verlos jamás.
Forjó un grupo de amigos tal cual había hecho en sus años de adolescencia con la diferencia de que estas amistades no estaban por su fortaleza intelectual, sino por su billetera.
Le llevó años darse cuenta de ello, y cuando finalmente los abandonó, ya estaba en la ruina. No se sentía derrotado, al contrario, esta era una nueva prueba que se le ponía en el camino y que le serviría para lograr un conocimiento más real del mundo que lo rodeaba: ahora sí podía decir que lo sabía todo.
Llegado a los cincuenta conoció a una mujer de su misma edad con la cual llegaron a pasar muy gratos momentos. Ella lo quería de verdad, por lo que era y no por lo que tenía. Así llegó el momento de jubilarse e intentar disfrutar la vida.
Para su desgracia ella no lo pudo acompañar mucho tiempo ya que una grave enfermedad la alejó para siempre. Debió entristecerse pero no, junto a ella había conocido la alegría y ahora que se había marchado conocía la tristeza. Era su último hallazgo, ahora sí sabía todo.
Cuando cumplió los setenta se reencontró con su hijo y con sus dos nietos, a quienes recién ahora los conocía. Se dio cuenta del tiempo perdido lejos de ellos e intentó recomponer su familia. Ya conocía todo lo que tenía que descubrir, ahora podía comenzar a vivir. Ya lo sabía todo, o casi todo porque aún le quedaba por ver a la muerte, quien lo encontró pocos días más tarde.
Finalmente lo sabía todo, y recién ahora se daba cuenta de que tendría que haber intentado disfrutar plenamente lo poco que sabía de la vida en vez de intentar saber todo acerca de ella. La felicidad era el camino, no el destino.
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1 comentarios. Página 1 de 1
Giss
invitado-Giss 30-04-2003 00:00:00

Hola, Sebastián!!!! Definitivamente no me canso de pensarlo. ERES UN AS!!!!Me fascina no sólo tu manera de escribir, sino también tus ideas, los temas que sacas a relucir, la manera en que planteas los cuestionamientos...... Me quito el sombrero!!!! Att. Giss

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