¡Sangre guerrera!

En las situaciones imprevistas que nos plantea la vida real hay ocasiones en que esa “situación” deja ver “de qué estamos hechos”

Quiero hablarles del valor de mi hija.

Hace unos días nos enteramos que iban a sacrificar a un Rottwëiller (perro de ataque) por ser demasiado agresivo.
Yo tengo dos.
Decidimos con Nathalie traerlo para que no lo “sacrificaran”.

Es un hermoso animal pero se le nota lo agresivo.

Nos lo trajeron a nuestra casa que por suerte es muy grande.
Lo dejamos en el fondo... solo.
Queríamos que disfrutara de los árboles y césped ya que lo habían tenido encerrado largo tiempo.

Los otros dos Rottwëiller al frente de la casa. Sin posibilidad de que hubiera contacto entre ellos.

El sábado fuimos con Nathalie a “visitar” a nuestro nuevo amigo al fondo, donde hay árboles y una parrilla.

Nos sentamos en unos sillones que son de hierro con esterilla tejida.

El Rott nos circundaba. Yo lo acaricié y hablé con tono amable.
Él estaba interesado en Naty.
Puso sus patonas encima de ella... su intención era erótica.
Joaquín - ¡Nooooooooo! ... Vamos amigo ¿qué pasa?

Lo tomé del collar y lo saqué se encima de Naty que estaba sentada.
No le gustó.
Me atacó de inmediato.
Concentrado en evitar su mordida (una vez que muerde no suelta porque traba las mandíbulas)... tropiezo y caigo de espaldas.
Me golpeo en unas rocas que allí hay. La velocidad del perro en ataque no me da chance de levantarme... tendré que pelear en el suelo (pienso).
Cuando veo a Naty armada con la silla distrayendo al enfurecido perro que duda a quien atacar.
Esa distracción bastó para poder levantarme y tomarlo del collar con ambas manos por detrás y dominarlo.

Le grité a Naty que se fuera y me dejara con él.
Naty tenía el rostro y la mirada de una guerrera, no quería irse.
Gokú y Clon mis otros Rott oyeron los gruñidos del “nuevo” y se desesperaban en tumbar la puerta para acudir en mi defensa.
Con los gruñidos de Gokú y Clon el perro se enfurecía más.
Mientras yo peleaba por controlar al “nuevo” le gritaba a Naty que se fuera.
Naty - ¡Ponelo de frente... ponelo de frente!
Me gritaba Naty (que cuando se enoja habla en argentino).
Quería clavarle las patas de hierro de su sillón.
Joaquín – ¡Andate de una vez... maldición!
A regañadientes se iba volteando a cada instante.
Tenemos dos puerta de reja a cuatro metros una de la otra que separan el pasillo donde estaban Gokú y Clon.
Naty pasa y cierra la primera cuando abre la segunda Gokú y Clon se escabullen y llegan a la primera reja. No pueden pasar pero ladran y gruñen furiosos.
Si se pone más difícil tendré que matarlo... pienso.
Miro el muro que nos separa de los vecinos. Arriba tiene púas.
Pienso en alzarlo y clavarlo allí... como último recurso.
Él pesa cuarenta y cinco kilos... su raza puede llegar a pesar sesenta.
Pero no quiero.
Lo traje para que no lo maten y sería irónico que lo matara yo.
Le grito a Naty que se lleve a Gokú y Clon tras la segunda reja y los calme.
Voy arrastrándolo a la primer reja mientras forcejeamos en medio de feroces gruñidos.
Trata de voltearse a morderme.
Llego a la primer reja y la abro. Empujo al perro con fuerza ... paso la reja y cierro.
Fin del episodio.

Más tarde, acostado en mi cama, con las dos manos en mi nuca a dedos cruzados, pensaba... ¿Cuántas chicas se habrían quedado a combatir con un Rott enfurecido?
No muchas, pensé... pero sí mi Naty.
Sonreí... ¿Quién diría que mi Naty tiene sangre guerrera?

Para quién quiera saber... las mujeres de las tribus celtas participaban activamente en las batallas. Peleaban de igual a igual contra quién le tocara en turno.