A las 2:30 p.m. sonó el teléfono en casa de Ramón. Como él había estado allí, sentado al pie del teléfono desde que llegó, fue él quien contestó. Se puso nervioso, pero a la véz contento por saber quién llamaba.
-"Hola ¿cómo estas?"- Pregunto Ramón.
-"Bien, pero..."-
Entonces el ambiente se pusó tenso.
-"¿Cómo así?"-
-"Necesito que hablemos."-
El muy baboso no se daba cuenta de lo que ella quería decir.
-"¿De qué quieres que hablemos?"- Preguntó el muy tonto.
-"No puedo decirtelo por telefono."-
-"¿Qué pasa?" Cómo si no supiera, hermano le van a terminar. ¡Reaccione!
-"Entiendeme, la del problema soy yo, no tú"-
-"¿Qué quieres decir con eso?"- A usted sólo se le ocurre preguntar eso. La vieja se le va a ir. ¡Entiendalo!
-"¿Podemos encontrarnos?"-
-"Claro, vamos a comer helado"-
-"No, mejor vamos al parque"-
-"¿No quieres helado? ¿Si a ti te gusta mucho el helado?"-
-"No, no quiero helado. Necesito verte"-
-"¿Es qué ya no quieres salir conmigo a comer un helado? ¿Ya no quieres estar conmigo?"- ¡Por fin lo va entendiendo!
-"Mira, en estos momentos estoy muy confundida"-
Si ve hermano, yo le dije, pero como a uno no le hacen caso.
-"Es mejor que tu mires a otros rumbos. Busca a alguién que de verdad te quiera. No merezco a a lguén tan tierno y lindo como tu"-
-"¿Me estas terminando?"- ¡Reaccionó por fin!
-"Mejor olvidela, hay muchas más mujeres en el mundo". Fue lo único que le pude decir a Ramón, mientras el se ahogaba en un mar de lagrimas mezcladas con alcohol.