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Amante del género zombie, Diego ha visto todas las películas y series de TV sobre el tema, ha jugado y leído todo sobre el género.
Hoy como la mayoría de los días, se divierte imaginando que el seño r que se subió al transporte para venderle un caramelo, es en realidad un zombie que busca comerse su cerebro. Cuando el muerto viviente se acerca, Diego se levanta rápido y con la ayuda de los tubos, se impulsa y da tremenda patada al zombie que pierde el equilibrio y se va al suelo, mientras los demás pasajeros gritan y huyen, Diego se abalanza contra el no muerto y lo golpea en la cabeza con la protección extra que tienen sus botas industriales en la punta hasta que se da cuenta que se la ha destrozado por completo.
¿Un dulce joven? El vendedor lo saca de su alucinación, - no, gracias – responde Diego sin ganas y se vuelve a sumir en sus pensamientos. Cuando baja del transporte, nota que no hay nadie en la calle por la que tiene que caminar para llegar a su casa, no le da importancia y llega a casa anunciando su llegada, sin esperar respuesta sube a su habitación y se quita los audífonos para llamar a sus mejores amigos y dejar lista la hora en que se verán el fin de semana.
Cuelga el teléfono y se da cuenta que no hay un solo ruido en casa, le parece muy extraño ya que siempre hay alguien de su familia a esa hora, sale de su habitación y baja las escaleras, - ¡ya vine! – vuelve a anunciar y esta vez se queda en silencio esperando una respuesta que nunca llega. Después de apagar las luces que estaban encendidas, regresa a su habitación y se recuesta en su cama pensando en lo extraño de la situación.
¡Ayuda! un grito de mujer o pone en alerta, se asoma por la ventana y ve pasar a una mujer joven corriendo desesperadamente, voltea en la dirección opuesta y ve una figura de andar errático tratando de alcanzar a la joven. En su plena juventud, Diego no lo piensa dos veces, toma su bate (que siempre tiene al lado de su cama) y sale corriendo para auxiliar a la chica, sin prender luz alguna en su casa, abre la puerta de entrada con el máximo cuidado justo en el momento que la figura pasa frente a su casa. Lo que vio lo dejó paralizado, ¡no puede ser! pensó y sin poder moverse, se quedo contemplando a un zombie pasar justo frente a su casa.
Un nuevo grito de la joven lo sacó del transe en que estaba, lleno de confusión e incredulidad corrió sobre la acera en dirección a la chica, los autos estacionados le servían de camuflaje, cuando estuvo cerca de lo que aun no se atrevía a reconocer como muerto viviente le grito: déjala en paz. Cuando la figura escuchó a Diego, se paró, lo vio y cambió su dirección hacia él, en el último momento, Diego pudo reaccionar y con todas sus fuerzas lanzo el bate contra la cabeza del no muerto y siguió golpeándolo hasta que estuvo seguro que no se levantaría.
Entonces recordó que hace tiempo, él y sus amigos (también amantes del género) habían designado un lugar para reunirse en caso de que los muertos decidieran levantarse. ¿Lo recordarán, irán al lugar? Sin perder más tiempo, ahí es hacia donde se dirigía ahora.
El lugar no era más que una tienda que ya no abría, ubicada exactamente a 5 calles de distancia de su casa y la de sus amigos. Se quedó ahí, expectante y tratando de no ser visible, escucho unos pasos y se puso en máxima alerta preparando su bate, vio a una persona doblar la esquina con un paquete que parecía una mochila, espero y pocos metros después por fin logró reconocer a su amigo, que al verlo lo saludo como si no lo hubiera visto en años.
¿Has visto a Bruno? Le pregunto Diego al recién llegado, éste cambio su semblante de alegría por uno de terror, sin decir palabra, fue hacia la mochila, la abrió y sacó la cabeza de Bruno, - se convirtió – dijo, ha comenzado Diego, los muertos se han levantado…
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