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Senderos opuestos

En el sur del Estado de Sonora, allá por el año de 1916, bajo un cielo tapizado de estrellas y al calor de una gran fogata un grupo de revolucionarios comentaban los acontecimientos de la última semana.
Timoteo Flores, sargento segundo de caballería, se dirige a sus compañeros y con voz de ranchero acostumbrado al arreo de ganado les dice ¡épale batos! que les parece que nuestros dirigentes estén reunidos en la capital discutiendo un asunto de grandísima importancia pa´ la nación; a lo cual Enrique Mumulmea le pide que explique con mas calma ya que no entiende a que se refiere.
Aclarando la voz con un buen trago de tequila inicia el relato de los sucesos que llevaron a tan significativa reunión.
Fíjese mi teniente que hace unos tres días mi general Villa les puso en toda la torre a los gringos en su propia tierra y estos muy encanijaos amenazan con invadirnos como desquite de lo que le hizo mi general. Si eso pasa nos impondrán a la juerza sus costumbres y su idioma por lo que nuestros hombres más aguerridos se encuentran discutiendo lo que se va a hacer pa’ evitar esa barbaridá. Imagínese mi teniente que usted en lugar de mi apelativo tuviera que llamarme sargento Tim Flagüers, no pos eso no es de hombres, ya que uno se llama como se llama y no hay por que cambiarlo. Pienso que nosotros como buenos mexicanos debíamos hablar castellano que si es un idioma cristiano y por eso es nuestra lengua madre.
No quisiera contradecirlo mi sargento pero el español es una idioma que nos fue impuesto por los españoles a la fuerza durante la conquista, se atrevió a decir el licenciado Martín Corona, el intelectual del grupo.
Oiga, pos tiene uste razón mi licenciao en tos nuestra lengua debería de ser el nagual ¿no?.
Náhuatl mi sargento, Náhuatl.
Pos como se diga pero ese si que sería el idioma oriundo del terruño o que ¿no?.
Otra vez pienso que no está usted en lo cierto mi querido sargento ya que debe usted recordar que los aztecas también impusieron su lengua a los antiguos habitantes del altiplano central.
Híjole licenciao, pos como le hace usté pa’ saber tantisísimas cosas.
Pues estudiando mi sargento, estudiando.
Ah eso si que no pos si yo juera estudiado y léido juera uno de los que estaría con el gran problema de escoger cual de todas las lenguas debíamos hablar los mexicanos e imagínese con tanto indio ladino, pos iba yo a amanecer con un montón de balas en el cuerpo por escoger alguna que no les gustara, mejor me quedo burro licenciao, mejor burro que ajucilao o venadiao.
Afortunadamente en esa ocasión los norteamericanos después de varios enfrentamientos con villistas y constitucionalista en nuestro territorio y al no encontrar a Francisco Villa regresaron a su país con lo que se conjuró la amenaza de una invasión prolongada a nuestra patria y todo quedó en una "incursión punitiva".
Con una cara, como la de alguien que acaba de despertar de un viaje mental a través del tiempo y del cual se regresó sin desearlo, José Pérez el lustrador de calzado, es situado en la realidad por la voz ronca del licenciado Anselmo Martínez quien le pregunta, ¿ que le pareció la historia mi queridísimo amigo ?.
Muy buena señor licenciado, pero creo que no es posible que se repita una cosa así en estos tiempos.
Quizá no de esa manera mi estimado y fino amigo, pero el día de hoy tenemos que discutir en la tres veces H Cámara de Diputados, si aceptamos o no que el dólar sea nuestra moneda para tratar de salvar la economía, que como usted sabe anda patas para arriba. Afortunadamente yo soy de las personas que creo mucho en mi país y que no me dejo influenciar por esos gringos locos.
En eso estaban cuando el teléfono celular del licenciado Martínez con los acordes de New York New York le hace saber que tiene una llamada.
Bueno, contesta el licenciado y después de unos segundos, exclama jubiloso Yes, Yes, Yes.
El anciano limpiador de calzado le pregunta la razón de tanta alegría a lo que el licenciado le contesta: me acaban de informar que el partido de la mayoría, o sea el nuestro, ha recuperado la gobernatura del estado de Zacatecas.
Una voz detrás del bolero le indica al licenciado que falta muy poco tiempo para que de inicio la sesión a lo cual el diputado Martínez contesta Okay, Okay ya voy my friend.
Después de pagarle al anciano, le pregunta que si él estuviera en su lugar cual sería lo que haría en esa sesión.
Perdone mi licenciado pero no sabría que hacer ya que con la panza vacía no se puede pensar bien y me sería muy difícil decidir sobre la macroeconomía cuando mis centavos se hacen cada vez más micros y cada vez me alcanza para menos cosas, pero tengo la seguridad que usted si sabrá que hacer para que todos los mexicanos recibamos lo que merecemos y tanto tiempo hemos esperado.
Después de guardar sus implementos para lustar calzado en su viejo cajón, el anciano se alejó en sentido contrario al del diputado y esos caminos no eran distintos sólo en la dirección a la que se dirigían, sino en que uno se alejó del lugar pensando como mejorar la macroeconomía para que el país crezca y el otro en un problema que aunque pequeño, comparado con el del representante popular, revestía para él una importancia suprema ya que mentalmente trataba de resolver la forma de obtener recursos para darle de comer a su familia el día siguiente.
Datos del Cuento
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