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Ser Feliz

Todo indicaba que el día iba a ser uno mas en su rutina, nada podía cambiarlo, ni el tiempo, nada.
Se despertó con una sensación extraña, se sentía como si estuviera mareada, pero sabia que no lo estaba, solo que esa sensación como de ver todo a través de un filtro que lo distorsionaba la molesta cada tanto, y ella siempre lo atribuyó a la medicación que debía tomar todos los días.
Por lo visto eso también formaba ya parte de su rutina. Se tiro el cabello hacia atrás y se levanto de la cama, en el camino al baño, pensaba muchas cosas al mismo tiempo; si el clima estaba como para abrigarse, si el sol brillaba, si tenía esas odiosas ojeras típicas de sus mañanas. Cuando llegó al baño el espejo devolvió su imagen y ella volvió a mirarse con detenimiento.
Se veía y casi no reconocía sus rasgos, estaba como distorsionada, lo único que recordaba que permanecía intacto en su rostro eran sus ojos, siempre la misma expresión, con un dejo de tristeza, pero ella los asumía como bonitos o al menos vistosos..
Su exterior no coincidía con su interior, claro ella por afuera tenia su edad, la cronológica, esa que marcaba que tenia que envejecer como todos los seres humanos, y empezaba a tener sus arrugas propias, su piel que envejecía, sus carnes que ya no tenían la turgencia a la que estuvo acostumbrada, pero el problema era que su mente vivía y actuaba como si se hubiera quedado en alguna etapa de su vida, su mente vivía en total discordia con su cuerpo, su mente se sentía joven y quería vivir con esa juventud, nunca pudo entender el motivo por el cual le sucedía eso, pero era su extraña realidad, era como si viviera otra persona usando un cuerpo prestado....
Siempre sentía esa sensación, de disociación de ser dos personas, de mirarse y saber que algo de ese cuerpo no era de ella, de sentirse un inquilino en una casa que no le terminaba de gustar...
Aún así, trataba por todos los medios de encontrarle el lado positivo a la cosa, trataba de poner ese cuerpo a punto como a ella le gustaría que estuviera, se sometía diariamente a una sesión de bicicleta fija, para mantener las piernas activas, pero no las veía que mejoraran, simplemente sentía que así hacia algo, nada mas que eso, luego se preparaba sus tés y escuchando música en la radio iba ordenando el dormitorio, repasando el living, verificando la cocina, para luego preparar lo que se iba a comer....
Luego se daba tiempo para vivir, ese tiempo en el que no tenia que fingir estar a gusto con nada, ni con nadie. Se metía en el baño y una buena ducha y luego se vestía como a ella le gustaba con ropa grande que le permitía estar sumamente cómoda y entonces se iba a arreglar sus plantas, a mimar sus macetas y escuchaba música con ellas, era lo que más le agradaba, estar con el sol suave y sus plantas, se aislaba del mundo y sus pensamientos se liberaban, volaban hacia su otro mundo, ese sin cuerpo, donde ella era como realmente quería, donde sentía que era ella verdaderamente y allí, se encontraba con su amor, compartía su vida, paseaban juntos por los jardines que tanto les gustaban, caminaban por los bosques al sol, se sentaban en las orillas de algún río a disfrutar del sol en la piel, a reír por el solo hecho de hacerlo, allí solo en sus pensamientos, ella vivía su vida, la que siempre deseo tener....
En ese, su mundo, el existía sin rostro, era solo una idea que se transformaba en realidad cada vez que ella necesitaba conversar durante el día con alguien y alli en sus pensamientos ambos dialogaban, reian, discutian y muchas veces se abrazaban y llegaron a amarse.
En ese mundo paralelo, ella tenía otra dimensión, era totalmente feliz.
Podía demostrar su amor a su enamorado, de todas las formas que lse le ocurrian, y el disfrutaba de eso, nunca se negó a ninguno de sus juegos, ni tampoco se burlo de sus fantasías, o de su romanticismo.
Adoraba el romanticismo de acomodar una mesita baja con unas velas, solo para tomar una copa de vino y comer un snack, sabía que eso era el paso previo a alguna de las miles de fantasías que podían tejer juntos.
En su mundo, los horarios eran diferentes, alli podía ser plena noche aún cuando estuviera brillando el sol, ser una tarde de lluvia en pleno día de sol.
Nada tenía conexión con la realidad y todo la unía a ella.
Estaba así, sola en sus mañanas y tardes tempranas, viviendo su mundo, el que le permitía seguir soportando su otro mundo, el real, ese que tanto le dolía, que tanto le impedía estar con él, ese que se encargó de mostrarle que solo así, en sus pensamientos ella podía compartir algo con su amor.....
Entonces estando así, escuchaba el timbre, que la obligaba a volver a la realidad, y mientras decía ya voy, sentía que volvía otra vez a ese cuerpo torpe y envejecido que no se correspondía con su mente lozana y joven y donde sólo sus ojos se negaban a envejecer.
Era ese timbre, el que la conectaba a algo que prefería ignorar, el porque esa señorita tan bonita, siempre venía a ofrecerle esas pastillas de colores, varias veces al día y se quedaba mirándola hasta que estaba segura que las había ingerido.
En definitiva, esa señorita, tan dulce y con una sonrisa en los labios, siempre le contestaba lo mismo. Quedate tranquila Elena, vos seguí en tu mundo que al menos allí nadie te va a molestar jamás.
Siempre escuchaba a la chica alejarse mascullando; “al final no se si está tan loca como dicen, muchas veces yo querría vivir en ese mundo de ensoñación y solo preocuparme por tomar las pastillas que me den".Mírenla tiene cara de feliz.
Ella sin saberlo, le sonreía y trataba de volver a su mundo de plantas y a su amor, donde todo le permitía encontrar un orden, sólo quería alejarse de ese dolor profundo que no le permitía decirle a todos que estaba cansada de aceptar lo que el mundo dispuso para ella, que ya no tenía mas ganas de luchar.
Sí, decidió rendir sus armas, sonreir y vivir, ella estaba segura que había encontrado la única forma de ser feliz.
Datos del Cuento
  • Autor: Andrea May
  • Código: 3617
  • Fecha: 21-07-2003
  • Categoría: Sin Clasificar
  • Media: 5.67
  • Votos: 24
  • Envios: 1
  • Lecturas: 3098
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