SEXTO SENTIDO
Moisés y Ana, comienzo de los años treinta, dos amigos inseparables de la niñez, vecinos de toda la vida en un pequeño pueblo rumano, Jotin, con el correr de los años, novios e inmediatamente, comienzo de la segunda guerra mundial, progroms, persecuciones, mudanzas, miedo, angustias, nazis.
Por tratar de salvar sus vidas, se embarcan ambos en un tren rumbo a lo desconocido a la suerte. Y por no contar con ella, en una parada obligatoria del tren, Moisés en busca de un baño desocupado en otro vagón, no se percata que éste había sido separado de los demás, y que su novia Ana sin poder evitarlo se alejaba segundo a segundo más y más, hasta perderla de vista. ¡Quizás para siempre!.
Pasan los días, meses y luego siete años. Y Moisés no logra olvidarla, no se cansa de preguntar por su Ana, pero no hay consuelo, no se avizoran esperanzas.
Son las doce de mediodía, caminando por la plaza del pueblo, Moisés ve pasar a un caballero vestido con un traje que le llama la atención, titubea un segundo. Pasan en su mente recuerdos, vivencias, formas y colores de un pasado triste y de algunos recuerdos gratos. Acelera el paso para tratar de alcanzar al sujeto. Mientras tanto comienza a vibrar, a sudar frío, en cada paso que da se aclaran sus imágenes, el recuerdo del pasado hace cambiar el tiempo de manera tal que al revivirlos pareciera que fueran en presente.
Ana, quien había aprendido el oficio de sastre en su casa. Le había regalado su primer traje y como detalles curiosos, tanto el ojal de la solapa como el bolsillo pañolero se destacaban; uno por su tamaño nada usual y el otro por el detalle del pespunte tan elaborado. En su momento ambos le habían llamado la atención pero por vergüenza nos les había hecho ningún comentario.
Con señal de admiración al acercarse al sujeto le preguntó ¿donde se había hecho el traje? (con detalles similares a los de su amada Ana), y el señor le contestó, que en un viaje reciente, en Turquía, en una pequeña sastrería en el centro de la ciudad, pero no pudo recordar el nombre ni la dirección exacta déla misma.
Camino de su casa, trataba de armar el rompecabezas. ¿Sería Ana la que cosió ese traje? ¿Estaría viva? ¿Como habría llegado a Turquía? ¿Sería la casualidad, la suerte, o el destino?.
Comienza la carrera contra el tiempo, la búsqueda de algún conocido que viviendo en Turquía, se encargara de la misión. La búsqueda de su amada Ana.
El tren en su carrera la aleja de su amado, el miedo se apodera de ella, el frío cala en sus huesos. Tardan unos segundos en llegar las lágrimas a sus ojos, pero luego no hay consuelo que las detenga.
Horas de soledad, de angustia, sin conocer ni la ciudad, ni a su gente. Deambula sin rumbos, sin metas, sin sueños ni esperanzas. ¡Pero en el camino de la obscuridad, siempre hay una luz!. Sin haberlo notado estaba parada frente a una sastrería, entró, solicitó trabajo, para suerte de ella, esta pareja ya mayor y sin hijos, la tomó como suya.
Pasaron los días y el peligro de las persecuciones cada día era una amenaza mayor por lo cual Mendel, el sastre optó por viajar con su esposa Fira y su nueva hija Ana a otro país, a Turquía.
Fue así como un noviazgo interrumpido por la casualidad y las malas jugadas del destino, por la misma vía, se logran re encontrar. Se casan vienen a Venezuela, y forman una familia, que heredan del padre, su tesón y de la madre la abnegación y la entrega total por su familia.