Mamá me iba a llevar a playa al día siguiente y durante toda la noche no dormí. Soñé que nadaba, buceaba en el mar con gran facilidad. Llamé a mamá y ella surgió de las aguas de la mar convertida en sirena. Me asusté, y cuando gritarle cualquier cosa, me salió la voz de un chirrido.
Sin embargo, nunca la había visto tan feliz a mamá, y, sin despedirse de mí, se fue buceando hacia el fondo del mar... Lloré y quise separarme del mar, y no pude. Mis piernas no estaban, tenía una aleta inmensa moviéndose como los peces cuando tratas de sacarlos del agua.
De pronto, escuché el cantar de miles voces, llamándome desde el fondo de las aguas del mar, volviéndose mágicos, brillantes como la escarcha ante mis ojos. Y sin saber como, vi que mi cuerpo era tomado por una mano hecha de las olas del mar, y con gran alegría me sumergieron hacia el fondo del océano...
En aquellos instantes desperté. Miré mis piernas y estaban completas, aunque, hace mucho que no se movían, tan solo rodaban a través de una silla de ruedas...
Surquillo, febrero del 2005.