-¿Que haría, sí fuese Alcalde?
Lo primerísimo que yo haría
de buena mañana, en ayunas,
antes de iniciar la jornada,
bebería descomunal balde
que contuviera en su mixtura
recato, paciencia, humildad,
ética, moral y honestidad;
sin exceder de lo alícuoto
pondría potente antídoto
contra presunción y egoísmo,
contra soberbia y despotismo,
y contra las innobles pasiones
que despierta poder sin mesura.
Después, con la mayor donosura,
me enfrentaría a problemas
con el ánimo bien predispuesto
a buscar solución sin dilemas
a lo que, bien o mal expuesto,
me suscitara el pueblo llano
intentando, sin ningún engaño,
contestar a razón o sinrazón
esgrimiendo el raciocinio
en aras lograr entendimiento,
huyendo, en todos los supuestos,
valerme de medios coercitivos
para ejercitar mí gobierno.
A los ruines y desaprensivos
exhortar con firmeza y bondad
que para vivir en comunidad,
si bien cabe entera libertad,
es una libertad compartida
con todos los demás que habitan
en el burgo o la gran ciudad,
razón por la cual es obligado
respete los derechos del cuitado.
Si de actitud tan desahogada
ciérrase a toda comprensión,
y contumaz se erige autor
de daños, disturbios y riñas
que amenacen la convivencia
sosegada, amable, tranquila
de los que prefieren vivir en paz,
argüirle que, si no enmienda,
debe abandonar población.
De esta forma gobernaría
si por Alcalde fuera elegido,
y a mi consciencia prevendría
no olvidara que fui, entre otros,
para ese cargo nombrado,
y, al igual que me eligieron,
si fallo, pueden darme revolcón.
Tratar programa de actuación
sería muy largo y prolijo
y como seguro que a fijo
nadie por Alcalde me quiere,
lo doy como si ya se supiere.

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