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Sumergido

“Y aunque en el cielo no hallan estrellas, yo se que tu estas aquí.”

Era la novena tanda de amargas, la noche un poco fría y su nostalgia pasaba con un saludo por la barra, las cartas sobre la mesa; el diablo dejaba el tridente sobre la pared, a lo que su aliento derretía toda valentía asomada hacia las tablas, mientras la muerte afinada su oz solo esperaba a que el mazo se repartiera entre los tres presentes.
Es tan densa la niebla colada hacia el bar, no puedo ver nada, aunque el deseo de verte atravesarla hacia mi lecho y beber tu sonrisa era evidente en mi perdida mirada. Como puedo tolerar ese duelo de Qdas con estos personajes, mientras llegaba el cuarto; un viejo viudo, sentándose justo al frente de la colección de botellas y al fondo nuestra canción, esa que una vez escuchábamos de nuestros propios labios al contemplar el aliento de amor de nuestras almas. Después de una cerveza y un pito de ron, las cartas ya estaban en su lugar, a lo que una gota recorría mis labios y moría sobre mi pantalón.
El juego era algo reñido, no había partida para nadie aun, las miradas de misterio se colaban entre los pétalos escarlatas brotados de las botellas vacías, pendientes de cada movimiento, aunque no era un juego difícil, el perdedor debía marcharse, sin su alma.
Era una noche en que la luna silbaba una melodía de luz y las memorias de estos inmortales eran mi preocupación, ya eran cómplices de la historia de una humanidad programada a sumirse en sus errores, contaban acerca de sus vidas, negocios y fracasos, afirmaban de que el mundo andaba loco y que no hay nada mas que tenerle miedo que al mismo hombre, mientras yo miraba al infinito en el instante en que una amarga refrescaba mi juego. Una rama asomaba por el bolsillo del viejo, convidándonos a chamuscarlas, asenté con la cabeza que no mientras las risas invadían aquel aquelarre gracias a mi negativa.
Aquella prisión era atravesada por un rio de destierro emocional, mi mente observaba aquellos ojos negros que me hacían ver mejor; tus ojos. No se que paso entre tu y yo, donde quedo aquella pasión que me abrazo el corazón, extraño el sabor de tu dulce amor que alimentaba nuestra vida, será que un milagro podría vivir entre los dos.
El juego esta inquieto, así que arriesgue y me plante. Desarrope mi juego y para sorpresa tenia el juego completo, ahora, solo habría que ver quien tenia el menor puntaje y que emprendiera su partida. El viejo se levanto con la cabeza en alto, tomo su pecho con las dos manos y rasgando su suéter emergieron palomas blancas a lo que el cuerpo se desvanecía, y solo se escuchaba la vos de la muerte decir: ve, se fue y no le pedimos la otra ramita.
Esta noche el cielo y el infierno anhelan que llegues tu, las estrellas se han agrupado en forma de una orquesta echa de sueños, de magia y un adiós, mientras una guitarra llora sola en un rincón, un arpegio jura que mi alma echará volar y si es así, en la eternidad te esperara.
Se repartía el mazo de nuevo, la decima tanda de amargas se asomaba a la mesa, la muerte me coqueteaba con su mirada mientras contemplaba su oz, y con temple desafiaba su insinuación. Si la música pudiera llegar al lugar donde tu estas y te acordaras de mi, si las melodías sirvieran de algo, me llevaran a tus brazos y que mis sueños dejaran de ser frágiles como el cristal. Como puedo evitar cada sueño de aquello que no he vivido a tu lado, como puedo estar otra vez consciente después de no verte aquí, si tu vida me acogiera una vez mas y dejar de ser una perla en un collar, atada a las demás. Somos lo que fue, fuimos lo que ya no es, tal vez un milagro podría acariciar las esperanzas de contemplar un nuevo amor.
El piso se aflojaba a su cimiento horizontal y las cartas estaban en juego. En ese momento una flor nacía de mi botella de ron, de entre sus pétalos se desplegaban unas alas de hada y allí, ella me sonreía con vuelo al firmamento. Se planto la muerte y mi sangre se enfrió, pero para fortuna mía el diablo empezó a pretender mantenerse caliente con su aliento, al instante que se volvió néctar. Ya solo éramos el cuerpo frágil temerario y yo, y mi mente sigue aquí pero contigo, preguntándome hasta cuando podre sobrevivir a tu ausencia. Miro al viento, su caricia y hervor, me habla con un sentimiento que no entiendo, te extraño. Sigo llorando lagrimas sobre un papel y hasta que te encuentre seguiré viviendo en una canción.
La partida fue muy fugaz, no se en que momento empezó y cuando termino, el silencio gritaba mi derrota y mi alma temblaba y se agarraba de mi. La muerte se levanto y se acerco a mi silla, su mirada sin fondo penetraba mi ser mientras su oz viajaba de mano en mano, yo insistía que no me robara el corazón ni la razón: me miro, me acaricio, me beso y con un dulce susurro me dijo; aun no es tu turno.
Por un instante fui un alma en pena vagando perdida esperando a morir, pero los cuervos no se acercan adonde no hay que comer. Soy árbol de vida con raíz sin tierra.
Aun aquí en la mesa, el clima era menos tenso, pienso en aquel día en que escribí mi historia en un momento de soledad, quiero buscar un final sin insinuar falsedades y me he tratado de imaginar un mundo ideal, pero al final me doy cuenta que haces falta en el, y solo tendría el final de esta historia el día que quisieras venir a salvarme de este mar que en calma anuncia una tempestad.
Ahora veo la lluvia caer y entre el silencio del disco que termino y el que empieza, el aroma de tu dulzura saciaba mis sentidos y alimenta la ilusión de ese sueño que sigue viviendo conmigo. Duele aceptar que tu ausencia me hiere y que no he podido acostumbrarme a ella. Esta noche y el mal de la soledad son mi rival mientras dibujo un corazón con aliento hecho de alcohol y me medico en este bar con recetas de pasión. Aun sigues en mi corazón.

Simplemente
Pedro

ESCRIBO

Escribo para mantener distraída la amargura,
esquivo sus dardos con palabras de alma dura
y callo por que digo mas en mis silencios que engañando a
las palabras con sentimientos adaptados.
Escribo, esquivo y callo y a menudo lloro en euforia.
Mis lágrimas son tinta y no hallo mejor ataque que un poema
ante tanto olvido, ante tanta pena.
Escribo para curar mi alma rota, grito para que el silencio no me coja
y curo mis heridas con un verso, mis miedos con palabras y las lloro en una hoja.

Escribo para mantener a distancia la locura

Txus Di Fellatio
Datos del Cuento
  • Categoría: Sin Clasificar
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