Susana
Capítulo – 10 ¿Será Rubén?

Hoy salgo del restaurante a solventar un faltante. El lechero no trajo los cincuenta y cinco litros de leche que le proveemos al personal de Rayos X y Oncología.

El destino… paso con el carro y veo a Susana corriendo a los brazos de un fulano.
Me detengo en la acera de enfrente, quiero asegurarme que mis ojos no me engañaron.

Ella corre hacia él, la veo de espalda. El fulano abre los brazos y la recibe haciéndola girar.
Detiene el giro y queda como al principio, de espaldas… quiero verle la cara.
Se besan y abrazan efusivamente. Caminan de frente… es ella.
Tomados de la cintura van conversando… ella sonríe feliz.
Se detienen frente a un hotel de dos estrellas.
Él gesticula y con un ademán de su mano derecha le señala la puerta.
Entran al hotel…
Me voy…

Domingo 16:14 hs…
Estoy en la terraza. Miro al lago… todas son iguales.
Ya no existen valores… yo en particular, soy el infeliz más grande que existe en el planeta.
Siempre creo… siempre confío…
Alguien me dijo una vez que no soy de esta época… que llevo armadura y un caballo blanco, que tengo una espada, escudo y lanza por Merlín dotada… que solo una mujer puede ver.
Me pregunto si no sería más apropiado que me hubiera visto como un vikingo… por el casco con “cuernos”.

Mis pensamientos se interrumpen… está girando la llave de mi apartamento.

¡Susana!
- ¡Hola mi salvajito!

Sonrisa radiante como sol de primavera - ¡Hoy no me duelen los ovarios!

No digo una palabra… la observo acercarse.
Rodea mi cuello con sus brazos… quiere besarme.

Susana - ¿Qué pasa?... estás serio, frío…

Siento su respiración en mi rostro… miro sus ojos.

Presiente algo – ¿Podrías decirme que sucede?

Joaquín con mucha calma – Siéntate en el sillón.
Susana caminando hacia el sillón - ¿Pero qué pasa mi amor?... estás raro.

Ella se sienta en el sillón largo, yo en el individual.

Me mira esperando…

La observo y comienzo a hablar – Hay tipos como yo que siempre tienen un crédito de fe que extienden generosamente a su pareja.
Como contrapartida hay mujeres que hacen honor a esa “confianza”.

Ella me mira hablar con el ceño fruncido - ¿Qué pasa mi amor?... ¿Por qué me estas diciendo eso?

Continúo hablando – Pero hay mujeres como tú… simples basuras.

Brotan lágrimas de sus ojos.
Trata de reponerse. Acomoda sus cabellos con un gesto de la cabeza… me mira.

Sigo hablando – Mujer te queda grande… corrijo… ¡Mujerzuela!

Me mira meneando la cabeza… rompe en llanto.

Sigo con la descarga – Eres una triste “mujerzuela” que dice amarme pero que a mis espaldas se “acuesta” con otro.

Susana entre sollozos – ¡No es cierto! Yo te amo… no te haría eso.

Su llanto es más profuso.

Joaquín – Ya no mientas… no mientas. ¡Yo te vi!

Susana – No sé de que me hablas…

Joaquín – El viernes te vi con un tipo… mira, tú ibas vestida… bla… bla… bla…
Se cubre la cara con ambas manos, niega con la cabeza y llora y llora… sin consuelo.

Joaquín – ¡No temas!... podrás irte ilesa pero no quiero volver a verte más nunca en la vida… ¿me entendiste… “poca cosa”?

Entre sollozos, que parecen exprimir su cara, abre su cartera y saca un sobre.
Se levanta, lo deja sobre la mesa, se dirige hacia la puerta y se va.

Joaquín - ¡Hasta nunca…!

Voy a la mesa, tomo el sobre, saco un telegrama y leo…

“Querida hermana:

El viernes llego a tu ciudad. Estoy ansioso por verte. Me hospedaré en el hotel “Imperial”…Bla… bla… bla…”

Mis ojos se agrandan - ¡¡¡¡SUSANA!!!!

Corro hacia la puerta, salgo al pasillo, llamo al ascensor.

El ascensor tarda en llegar… viene desde la planta baja.
Las puertas por fin se abren - ¡Ay Dios mió! …

Susana está derrumbada en el piso del ascensor, sus labios blancos… desmayada.

La tomo por las axilas y la arrastro hacia el pasillo…

Susana balbucea inconciente - ¿Por qué… por qué…?

Uno de sus zapatos quedó en el ascensor. La dejo en el suelo con la cabeza apoyada en su cartera. Entro a buscarlo.
Alguien llama al ascensor, se cierra la puerta y me lleva…

(continuará)