CAPITULO SEGUNDO
“La invasión”


Era otoño del quinto año de la séptima Era; La princesa Jolly se encontraba de viaje en unas cortas vacaciones que decidió hacer a una de sus casas campestres. En palacio la esperaban ansiosamente, pues a causa del extraño clima que estaba aconteciendo desde un tiempo atrás, se habían presentado algunos inesperados sucesos en el reino.

El día en que ella regresó, algo muy inesperado e inusual aconteció… no solo en el reino, sino en el planeta entero.

A plena mitad del día, el cielo se oscureció de repente y una extraña luz apareció en lo alto del cielo que se acercaba cada vez más y más a tierra firme; en un principio solamente se podía observar un resplandor indefinido y amorfo, pero a medida que se acercaba se podían observar cada vez más detalles de aquel extraño fenómeno.

Cuando estuvo a pocos kilómetros del suelo, se pudieron observar claramente en el interior del resplandor varias siluetas, la más notoria era la silueta de una mujer y a su lado un carruaje de color dorado y algunos otros extraños seres.

Aquella mujer de hermosa apariencia tenía el cabello de un color negro profundo, negros tenía también los ojos, mirada intensa y facciones bruscas, vestía un atuendo color vinotinto y sobre sus hombros colgaba una larga capa de terciopelo negro. Arribó al lugar escoltada por un escuadrón de vasallos de extraña contextura (con aproximadamente 3.05 metros de alto, eran tan delgados como una rama seca, tenía la piel acartonada y del color de la madera vieja); Cuatro de estos cargaban sobre sus hombros una litera dorada en la que parecía morar alguien, pues se podía observar a través del cristal de la ventana la silueta de una persona que parecía estar custodiada por aquellos misteriosos seres.

Cuando aquel circulo brillante tocó suelo firme junto con todos los extraños seres en su interior, se escuchó un gran estruendo que retumbó en todo el reino durante un buen rato, luego, aquella misteriosa mujer de traje vinotinto y capa negra avanzó algunos pasos fuera de la brillante luz en la que había llegado, girando la cabeza de lado a lado; Parecía como si inspeccionara el lugar en busca de algo… o de alguien. Caminó algunos pasos alrededor de la litera dorada, luego chocó fuertemente contra el suelo un báculo que llevaba sujeto en su mano izquierda, frunció el ceño e hizo ademanes de querer pronunciar algo…

-¿Quién dirige este lugar?- Dijo con voz fuerte y firme.
-¡Exijo que alguien responda a mis demandas!-
-¿Quién es el soberano de este lugar?-.

¡Yo gobierno este reino!, -se apresuró a responder la princesa Jolly que había presenciado todo aquel extraño espectáculo desde el balcón principal del palacio-.

-¡Ja!-, Chiquilla insolente, deja de jugar y responde: -¿Quién es el soberano de este lugar?-.

¡He dicho que YO!, soy yo quien dirige este Reino, -Respondió nuevamente Jolly.

-¡Vaya!... ¡Parece ser verdad!-, -Exclamó indignada aquella mujer-, pues… ¿Qué se le va a hacer?...
-¡Exijo que ustedes se rindan ante mí y que tú me entregues el poder absoluto sobre el reino!-.

-Me temo que eso no va a ser posible, por que el poder para gobernar este reino es intransferible y sólo es heredable por línea sanguínea y usted mi señora no posee ninguna de las dos cualidades requeridas, así que si retira sus amenazas contra mi y contra mi pueblo ¡Bienvenidos sean ustedes!, pero si no… bien pueden marcharse.

-¡Chiquilla insolente!-, ¡No tienes idea de con quién estas hablando… ¡Esto es un desafío claro hacia mi persona, hacia mí, La Hechicera más grande y poderosa del Universo conocido, y si así lo quieres… ¡ESTO ES GUERRA!-. Por las buenas o por las malas este planeta será mío.

(Dicho esto, la extraña mujer articuló un grito de ira que retumbó en los confines del castillo, agitó el báculo que llevaba sujeto a su mano izquierda y luego de pronunciar algunas palabras en un idioma totalmente desconocido para los allí presentes, de su bordón salieron despedidos un juego de luces increíbles que terminaron encallando en el tronco de un pequeño árbol que se encontraba en la distancia explotando inmediatamente este en un millón de pedazos).

-¡Recojan todo!, ¡nos marchamos de inmediato!. (Dijo bastante alterada aquella mujer a uno de sus lánguidos vasallos); e inmediatamente después se dirigió de nuevo hacia la litera dorada.
Entonces el extraño resplandor los cubrió nuevamente y desaparecieron en el horizonte.

Las personas que habían presenciado todo aquel suceso quedaron atónitas de la impresión y no pudieron moverse en un buen rato.

Jolly por su parte se sintió extrañamente preocupada y temió por lo que deparara el futuro. Era evidente que aquella mujer hablaba en serio y que haría todo lo posible para apoderarse no sólo del reino sino también del planeta entero.

Y aunque ella tenía idea de la terrible batalla que estaba por acontecer, su mente no alcanzaba a vislumbrar la magnitud de la maldad que encarnaba aquella mujer.