Un día en la casa de mi abuela, vi a dos pericotes, llamados Tuti y Beleque, y a un gato gordo, feo y con lentes llamado Gigi que hacía una siesta sobre el sillón de la casa.
Al día siguiente, cuando desperté muy temprano, vi a los dos pericotes que estaban desayunando un pedazo de queso. El gato Gigi, los miraba a la distancia y, sin hacer ruido, se acercó hacia ellas, y de un salto, y un arañón, les quito todo el queso, y se lo comió…
Los pericotes, muy molestos, cogieron un palo, y con una pita le unieron a su peluda y gorda cola…
Se pusieron detrás del gato y, los dos al mismo tiempo, le tiraron una patada en el poto, haciendo que el gato Gigi, saltara como un mono viejo por toda la casa…
Ante las incontenibles risas de Tuti y Beleque, que miraban a Gigi correr de un lugar a otro con el palo que le golpeaba la nariz y las patas, el gato, aún sin saber como desprenderse del palo, saltó por la ventana de la casa, sin darse cuenta que había un madero, y más atrás, un pozo lleno de agua, tropezó y cayó hasta el fondo, y se ahogó…
Los dos pericotes, asustados porque no volvía Gigi, salieron de la casa, y vieron que el palo que habían atado con una pita a su cola, estaba al borde del pozo. Sorprendidos de su acto, se dieron cuenta que, el gato se había ahogado. Se pusieron a llorar. De pronto, el gato salto del pozo, los cogió de sus colas y les dio vueltas y vueltas como si fueran un trompo. Los soltó, y ya más tranquilos los tres, Gigi les dijo:
- Tuti, Beleque... ¿No han aprendido en el colegio que, un gato tiene siete vidas? ... entonces, ¿Por qué lloran como pollos, si aún me quedan seis vidas más?
Tuti y Beleque se acercaron al gato Gigi y, aún mareados, le abrazaron y le prometieron que la próxima vez, le invitarían de su queso… Luego, los dos pericotes escucharon que su mamá los llamaba, y se fueron al colegio a estudiar, y el gato Gigi se fue a dormir una siesta sobre el sillón de la sala...
FIN