Tan solo un recuerdo aflora a mi mente. El recuerdo de aquel día cuando te encontré. Cuantas cosas hermosas me decías, cuantos sueños de mi vida te entregué. Me enseñaste a vivir la fantasía de un mundo lleno de ilusiones que parecen realidades, pero son sólo las imágenes de un mundo hermoso separado por la distancia y unido en internet.
Sé que me amaste, igual sin verte ni tocarte yo te amé, sabiendo que no era ese amor que despierta el deseo de la carne, sino el amor que solo provoca de sentirlo un gran placer.
Mi amor fue inmenso y mi lucha incansable porque comprendieras que allí a tu lado estaba el verdadero amor. Jamás podré olvidar tus ojos, tus manos temblorosas, tus risas y tus llantos, ni aquella estrella en el firmamento que cada mañana miramos los dos.
Bailé en silencio contigo una milonga, te estreché en mis brazos un triste amanecer, bebí en la copa de amargo desengaño, la dicha de encontrarte bajo un cielo de estrellas y sentirme amada tan sólo una vez.
Hoy me asomo a la ventana y te miro caminar por la vereda. Has regresado, más ya no puedo verte entre la bruma de mis sueños, ni puedo escucharte en ese mar de líneas que un día te entregué.
Nota autor: Este cuento lo tuve bajo el seudónimo de Lucía R. Corujo
me gustó la música, que comience el baile.