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Tango

Ernesto, ese es mi nombre, ya conocido por muchos por la competencia de tango recién pasada. Sí, gané el primer premio, pero no creo que haya sido por mi merito, si no por mi maestra, la señora Alicia, todavía no se si fue ella quien me sedujo o su baile, aún no puedo creer lo maravillosa que es…

El tango nunca fue mi pasión, a pesar de que mi madre lo bailaba todo el día, yo pensaba que era aburrido, y sólo se trataba de movimientos estúpidos, a parte no me gustaba ver a mi madre bailando con hombres que no eran su esposo, y poniéndoles la pierna es su muslo. Inocente, no sabía que el tango era un baile de seducción.

A los 17 salí de la escuela, estaba adelantado un año, quería estudiar medicina, típico sueño de un joven, tenía el primer lugar del curso, y todos tenían esperanzas en mi para la prueba de aptitud, estaban seguros de que lo lograría. Me pasé todo diciembre estudiando de mi libro de Biología, no salí a fiestas ni nada parecido, hasta que me dio un desgarramiento terrible en el hombro, no lo podía mover, y sentía un dolor terrible. Como todo joven asustado le dije a mi madre, ella me llevó a la clínica y me diagnosticaron una tensión muscular por exceso de presión o trabajo, así es que me dijeron que tenía que relajarme un poco.
Cuando llegamos a casa, mi madre le contó a mi hermana lo del asunto de la tensión, por supuesto, a ella se le ocurrió la mejor de las ideas para relajarme, que bailara tango, que eso siempre relajaba a mamá, y que si era genético me relajaría a mi. En un principio pensé que su idea era más que absurda, la mandé a ‘freír monos’, y con unos cuantos gritos mas, di un portazo que estremeció el ambiente al salir de la casa. Caminé alrededor de una hora sin sentido alguno, hasta que llegué a un paradero de buses donde me senté esperando nada, sin embargo, encontré algo bastante interesante, justo frente al paradero había un edificio, en el cual, el último piso tenía una luz encendida, era de una escuela de baile, -vaya ironía-, había un cartel amarillo que me llamó la atención e hizo que entrara sin razón. Al llegar me di cuenta que la puerta estaba abierta, sin golpear o pedir permiso, entre, inmediatamente escuché una voz de una mujer que decía: ‘ya cerramos vuelva mañana’ A pesar de eso, di otro paso hacia dentro, y empezó la música; tango. Sin pensar dije en voz alta: ‘esta canción es de Carlos Gardel’ La mujer que estaba dentro respondió: ‘Es bueno saber que la juventud sabe algo de buena música. Hola, yo soy Alicia, y tu eres…?’ ‘Yo soy Ernesto’ ella quedó mirándome, y yo apreciaba cada movimiento que hacía, tenía una manera de moverse única. Luego, cuando se escuchó la voz de Gardel, ella estiró la mano hacia mi. ‘Acompáñame a bailar, no tengo pareja, y no tengo ganas de bailar sola’ Sin saber si quiera que hacer, me acerqué a ella y le tomé la mano con tozudez. ‘Con mas suavidad, pero con seguridad. Recuerda que es el hombre el que guía’ Y me miró directo a los ojos, yo me congelé, y sólo reaccioné a confesar mi mala fama de bailarín, pero al parecer a ella no le importó, posó su mano sobre mi hombro, y con la otra aún sujeta a la mía, empezó a bailar diciendo ‘un, dos, tres, un, dos, tres…vamos!, sígueme’ le hice caso, y estuvimos bailando durante un buen rato, me di cuenta que no era tan malo, y ella me felicitó por haber sido principiante y haberlo hecho tan bien. Durante el baile nunca dejé de mirarla, algo pasó en ese momento, así cambió mi vida.
De alguna forma me estaba enamorando de ella, una mujer, que además de ser mayor, -mucho mayor que yo- llevaba un anillo de oro en su dedo anular. Con la historia de que su marido estaba trabajando en el extranjero, terminé en su casa y en su cama.
Me inscribí en su escuela de baile, en Tango, no falté a ninguna clase, y tampoco falté ni una vez a su casa, o donde ella me llevara, daba lo mismo, no podía resistirme a sus gestos, a sus miradas, y a sus manos. Pasó el tiempo, y el día de la prueba llegó, la di muy relajado, ya no me importaba la universidad, yo sólo quería estar y bailar con ella.

Ya no veía a mis amigos, a mi familia a veces, lo único que hacía era bailar con ella, ya sea en el edificio, o en su cama. Hacíamos planes mientras su esposo no estaba, nos escapábamos del ruido del mundo yéndonos a las periferias de Santiago. En aquel momento no sabía cuanto mal me estaba haciendo, aparte no asumía que estaba casada con totalidad, yo juraba que se iba a divorciar y que estaría conmigo siempre, no fue así, cuando le propuse la idea del divorcio ella se alteró mucho, y me dijo que amaba a su esposo, pero que yo era solo un ‘hobbie’, -¿alguna vez han sido llamados mas despectivamente que ser solo un hobbie?- Claro que en aquel entonces, no me importó, y la seguí viendo.
Cuando entregaron los resultados de la PAA, yo obtuve 802 en Biología, y 792 en Lenguaje y matemáticas, sin embargo, Alicia me tenía tan embriagado que no quería ir a la universidad, pero cuando le conté aquello, ella se enojó mucho, y no me habló mas, dijo que sólo volvería a verme si estaba estudiando. No me quedó otra que ir, pero pasó más de un año sin volverla a ver.
En diciembre de este año, mi madre me invitó a una competencia de tango donde participaría una amiga suya, yo sólo la acompañé por no tener nada más que hacer, mi vida era vacía sin su rostro.
Mi sorpresa fue que para entablar una conversación con mi madre, le pregunté el nombre de su amiga, me respondió ‘Alicia’. Al escuchar ese nombre se me heló el cuerpo entero, y me disculpé para ir al baño. En este había un señor tirado en el piso, pálido, yo lo moví con el pie, no reaccionó, me agaché y lo sacudí, no había reacción alguna, recién en ese momento me preocupé, Salí corriendo a avisarle a un guardia que lo reconoció al acto, al decir su nombre en voz alta, se acercaron varias personas, entre ellas Alicia, se llevaron a este fulano en una ambulancia, estaba drogado, y definitivamente no podría bailar hoy. Él era la pareja de Alicia en la competencia, por lo cual ella no podría competir. Tuve ese presentimiento extraño en mi interior, de que yo tendría que bailar por él, Alicia me miró, y dio media vuelta, le dijo algo al jurado y al presentador de la competencia, cuando en seguida se escuchó por los altavoces: ‘Ahora la primera pareja en competencia, Alicia Adrenoso y Ernesto Costanzo, por favor a la pista de baile’ Y empezó ‘la Cumparcita’ de Carlos Gardel, ella me tomó la mano, y bailamos como nunca, ella tratando de volver a seducirme en el baile, y yo creyendo que somos los únicos en este planeta. Ganamos la competencia, mi madre estaba orgullosa, yo le volvía a hablar como cuando era niño, volví a tener a mis amigos y a divertirme en la vida. Dejé la universidad y luego vinieron más bailes, pero para ese entonces ella ya me había dejado y remplazado por otro, cosa que no me decepcionó, pues, aun podía recordar el pasado, y mirar el presente con aires nuevos, lejos de la universidad, cerca del baile, de mi familia, de todos... ...hasta, cerca mío.
2003
Datos del Cuento
  • Categoría: Sin Clasificar
  • Media: 5.16
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