En Chile fui un excelente administrativo y gozaba de una remuneración bastante decente. Mi camino profesional (cuasi-autodidacta) me haría gozar de ciertos privilegios y de una cierta posición social.

A los 30 años me enamoré (de nuevo) y sin tanto trámite me vi “esposado” por mi gusto a una chica jovial, jóven y bonita que vió en mi (probablemente, no el amor de su vida) sino, una forma de huir de las severidades de su familia, una cómoda posición social y una vida tranquila sin grandes bochornos económicos.

El mismo año de mi “esposamiento” vino el Golpe del Capitán General contra el Centro de la democracia. (no me detendré en este asunto por considerarlo sin interés para lo que sigue)

Sabemos, sin embargo, que el Capitán General está convertido en un vejete repudiado internacionalmente, apodado «el carcamal», símbolo del nuevo enfoque del diario electrónico Primera Línea.

Debido a esos mismos trastornos, mi vida sufrió cambios significativos que me empujaron a elejir un país extranjero como lugar de residencia permanente. Así de la noche a la mañana me encontré con un bebé y con mi flamante esposadora en un nuevo y gran país.

Sin conocer la lengua y falto de diplomas, debido a mi auto-formación, me encontré rápidamente con enormes problemas para conseguir trabajo y poder recuperar mi estatus económico y social.

Debido a las facilidades me decidí por estudiar.
En el intertanto, mi querida esposadora, se veía conquistada por un autóctono que nos facilitaba (debo reconocerlo) los primeros pasos en ese nuevo país. Sin darme cuenta, me había convertido, para mi cónyugue, en un ignorante y falto de criterio*.

Mientras tanto nuestro estimado amigo, (obrero especializado) acaparaba poco a poco la atención de mi mujer. Un auto nuevo y una casa hermosísima terminaron por maravillarla y ese maravillamiento se convirtió (según ella) en amor (según yo) en amor por el materialismo.

Le dije LA ESTAY CAGANDO y nos separamos. No hubo drama.

Seguí estudiando.

Al cabo de tres años de privaciones y estudio, accedí a un puesto en la administración de una empresa constructora. Dos años más tarde fui nombrado ejecutivo y tranquilamente reconquisté mi posición económica y social en esta nueva y moderna sociedad.

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Tiempo más tarde, mientras me encontraba en una reunión de negocios en un hermoso hotel de Winnipeg tuve la sorpresa de mi vida.

Quitaba mi recámara para dirigirme a los comedores del hotel y me topo cara a cara con mi ex-mujer, vestida de camarera y arrastrando un carrito con elementos para el aseo.

Supe que con los problemas de reseción económica y los imperativos de la mundialisación, su amigo había perdido el trabajo, luego la casa etc..

Fui a tomar desayuno, cuando volví a la recámara encontré un escrito con la letra de mi ex.

Tenías razón, «LA CAGUÉ»

* dinero