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Categoría: Religiosos

Tertulia

El Diablo: El problema materialista de que la masa celebrar "piensa", reconoce que no se puede probar: es aventurado sostener que el cerebro piensa, que el alma tiene su asiento en él. El celebro es el aparator motor que sólosirve para el movimiento corpóreo.

El Hombre: Lo tuyo no es un problema de conocimiento, sino de reflejos. Son dos falcutades que difierenal ser racional dela bestia, (y que me perdone, Musa y Pepito).

El Diablo: No es admisible el hecho de que poseemos una conciencia íntima, de que existimos. Es la realidad de de un mundo material que persivimos por medio de los sentidos. Esos hechos que tu llamas de conciencia ¡son vivencias!

El Hombre: El conocimiento en el espíritu humano, es un migrocosmos: "Totus in toto, et totus in gualibet parte"

El Diablo: "Subtractum" ¡Venga ya! Conocemos la atención. Conocemos el concepto de cuidado por la atención, esmero y diligencia que se pone al ejecutar algo que nos atrae. El cuidado es como un amor carnal para evitar que la atención decline o defallezca...

Estos dimes y diretes entre el Diablo y el Hombre son escuchados por el Cuerpo que mantine un dialoguillo final con el Alma.

El Cuerpo: Recuerdo que alguna vez hemos dialogado, aunque la cosa no es corriente, en la vida del compuesto humano, pues tú y yo vamos por caminos diferentes como consortes mal avenidos. En esto estriva común intranquilidad y a veces desventura.

El Alma: Es cierto, cada día que pasa existen entre ambos, mayores diferencias, pueslo que a mí me repugna a ti te apetece.

El Cuerpo: Yo entiendo lo que veo o palpo, goso o me produce placer. No hace tanto que tú pensabas como yo.

El Alma: En mí se produce un hecho singular que consiste que consiste en tornar sobre mí misma, miré en la conciencia, y amigo mio, reconocí los errados caminos por los que me llevaste.

El Cuerpo: Ya...

El Alma: Nuestra discordia debe tener punto y final. Hubo un tiempo que estabamos bastante hunidos, casi no nos dabamos cuenta de ello, pero, en la ayebyección, y eras tú carnecilla miserable, quien me arrastraba, loca y ciega hacia donde iban tus pasos... Ha sido el dolor, el sufrimiento quien ha puesto fin a nuestra cumún miseria.


Y el Diablo que no trabaja sin veneficio, miró con indiferencia al Hombre, que del Alma ya tenia referencias y pensó. "Rationibus aeternis", que de la espera el Ángel Caido ya tiene experiencia.
Datos del Cuento
  • Categoría: Religiosos
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