Traiciones
Se habían encontrado en Olive Grove, un diminuto huerto de árboles frutales con un nombre demasiado grande, en un lugar cercano a Godric’s Hollow, un sitio agradable para pasear, si hubiera sido la época en la que florecían los árboles. Sirius había sido el primero en llegar y esperaba a su amigo en el puente sobre el pequeño arroyo que atravesaba el huerto.
-Luces bastante mal, Padfoot.
-¿En serio? -dijo Sirius, revisando instintivamente su ropa y cabello, todo parecía estar en orden.
-Tu cara, hombre. ¿Hace cuánto que no duermes?
-Ah, eso. No llevo la cuenta.
A veces llamaban a aquella época “El Terror” refiriéndose a los días de la Revolución Francesa. Un tiempo en el que nadie estaba a salvo y nadie podía confiar ni siquiera en los amigos más cercanos ni en la propia familia. Todos sospechaban de todos, todos temían a todos.
-Me sorprendió ese pajarraco que me enviaste, ¿por qué no usas lechuzas, como la gente normal?
-Me agradan los pericos porque pueden dar recados verbales. Así evito que algún documento importante caiga en manos de Ya-sabes-quién -explicó Sirius.
-¿Y si él trata de hacer hablar al perico?
-Los tengo entrenados para sólo decirle “Polly quiere una galleta” a toda persona que no sea el destinatario del mensaje.
Era difícil saber si Sirius hablaba en serio o no. En eso siempre se había parecido demasiado a James.
-¿Vas a decirme para qué me citaste aquí?
Sirius se apoyó en la barandilla del puente, contemplando el agua. Era evidente que estaba exhausto, su amigo calculó (bastante acertadamente) que bastaría un empujón emocional para hacerlo caer en una crisis nerviosa.
-He estado pensando mucho en lo que sabemos acerca del traidor.
-¿Oh... sí?
-Sabemos que es alguien cercano a nosotros, alguien en quien confiamos plenamente y que aún así sirve a Voldemort.
Ninguno de los dos pudo evitar un estremecimiento, pero de alguna manera parecía adecuado que Sirius pronunciara ese nombre con todas sus letras en ese momento.
-Has estado pensando al respecto y...
-Creo que sé quién es.
Tuvo que recurrir a toda su presencia de ánimo para no dar media vuelta y echar a correr. ¿Era por eso que lo había citado en un sitio tan apartado y recomendándole que no se lo dijera a nadie?
-¿Quién es? -preguntó, dominándose.
-Creo... que es Moony.
Hubiera esperado oír cualquier cosa en boca de Sirius, menos eso. Se quedó mudo por un largo instante, preguntándose cómo debía reaccionar ante semejante idea.
-¿Por qué Moony?
-Los licántropos son seres de la Oscuridad.
Tuvo que responder a esa frase con lo único que sonaba lógico en ese momento:
-¿Y?
-¿No lo ves? -los ojos de Sirius tenían un brillo febril-. Si Ya-sabes-quién le aplicara un Imperius...
-Moony tiene toneladas de fuerza de voluntad, podría sacudirse fácilmente un Imperius, fuera de quien fuera...
-¿No lo entiendes? Magia Oscura. El Imperius es Magia Oscura, no estaría luchando sólo contra el hechizo sino también contra sí mismo. No tendría oportunidad.
Bajó la cabeza y parte de su cabello le tapó la cara. Resultaba imposible adivinar su expresión.
-Nunca imaginé que pudieras desconfiar de él, Padfoot.
-Tampoco yo. Mírame, incluso ahora estoy tratando de convencerme de que si nos ha traicionado es porque alguien lo forzó a hacerlo. Por eso no le he dicho nada a los demás.
-De ser así, sería la única explicación con un mínimo de sentido.
-Es lo que quiero creer... Necesito... necesito... que hagas algo.
-¿Cómo qué?
-Esta noche haremos el encantamiento Fidelius para James y Lily.
-¿Sí?
-Quiero que tú seas el Fidelius.
-... ¿yo?
-No confío en Remus, y no puedo confiar en mí mismo tampoco, estoy derrumbándome con la sola idea de que uno de mis mejores amigos pueda ser un traidor y veo que no podré enfrentarlo si trata de sonsacarme. Por eso quiero que tú guardes el secreto de Prongs y Lily. Siempre has sido el más lógico de los cuatro. Sé que en una emergencia sabrás tomar la decisión más sensata.
-Sirius... tal vez estás cometiendo un error... Tal vez Remus es inocente. Quizá ni siquiera haya un traidor.
-Ojalá me equivocara. Ojalá. Si Remus no es el traidor, tienes permiso para reírte en mi cara cuando todo esto termine.
-... ¿Me lo darías por escrito? Porque te advierto que voy a considerar que lo dices en serio.
Finalmente había conseguido sacarle una sonrisa a Sirius, y trató de grabársela en la memoria porque no podía apartar el presentimiento de que sería la última que le vería en mucho tiempo.
-Con mi palabra basta -dijo Sirius, suavemente.
Su amigo asintió, eso había sido cierto desde que podía recordar. Jamás se había sabido que Sirius Black dejara de cumplir la palabra dada, fuera para bien o para mal.
-Hazme un favor... -murmuró Sirius.
-Dime.
-Si Moony es el traidor... deja que yo me encargue.
No quiso preguntar qué entendía Sirius por “encargarse”, podía imaginárselo bastante bien.
-Padfoot... ¿Y si el traidor fuera yo? -preguntó de repente.
-Te perseguiría hasta el fin del mundo. Tú no tendrías excusa.
-Cierto. En fin... ¿a qué hora quieres que llegue a Godric’s Hollow?
-A las ocho. Yo no estaré ahí. Es algo que tienen que hacer sólo los interesados y el Fidelius.
-Ya veo... Todo saldrá bien, Padfoot. Nos veremos mañana, entonces.
-Hasta mañana... ¿Wormtail?
-¿Sí?
-Gracias.
Peter tardó un par de segundos en contestar.
-No me lo agradezcas, Sirius.
Fin