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Categoría: Ciencia Ficción

Traksulah parte 3.

Tidriso estaba acostado en la malesa a unos clics de su casa mientras miraba algo alejado en el cielo, pero sus ojos oblicuos apenas podían distinguirlo. El brillo tenaz de 4 soles le dificultaban la vista concentrada en aquel objeto que tanto observaba por días enteros.

Comenzó a sentir calor, lo que dificultó aún más su concentración, frunció el ceño y se frotó los ojos frustrado. 

-Algún día iré, algún día.- Se dijo a sí mismo mientras se levantaba de un salto.

Los años pasaban y el deseo de Tidriso por abandonar su hogar crecía inconteniblemente. El vivió toda su vida convencido de no pertenecer a su mundo, pero nadie lo sabía. Ni su familia ni sus amigos, nadie. El solo quería dejar su vida atrás y buscar su verdadero destino allí afuera, donde siempre miraba; esa estrella azulrojiza que lo atrapaba en su delirio.

Luego de 17 años, Tidriso se encontraba trabajando de atmosférico sustancial en una fabrica de amudrógenos, él solo debía chequear ciertas funsiones de ciertas sustancias en contacto con el exterior, tenía que monitorear cada detalle e informar sobre cada una. Un trabajo decente para cualquier nitduano, calificado, por supuesto. Pero a pesar de tener un buen trabajo y de cumplir casi todas sus necesidades, él moría por dentro. Su alma se retorcía en insanidad y caos mientras a horrorosos gritos le pedía de una vez cumplir su deseo. Tidriso vivía fingiendo ser alguien feliz, alguien aparentemente feliz. Pero lo que nadie podía imaginar, era su retorcido ideal de alejarse. Esfumarse del resto de su raza, su familia.

Era hora de planear el viaje. Hacer posible su retorcido deseo, que simplemente controlaba la conciencia de Tidriso como una marioneta fiel. Pero para irse debía tomar el control de una nave transbordador. El problema no era pilotarlo, Tidriso se paso años estudiando comandos de navegación espacial, mas bien obtenerlo. Una actuación imposible para un nitduano sin experiencia como lo era él. Luego de días, y de desesperadas ideas, se despojó de toda esperanza al reconocer lo imposible que se hacía su viaje. Pero aún con todo en contra, no abandonó sus ideales, siguió planeando y pensando.

Se introdujo tan a fondo y con tanta dedicación que su familia se preocupó y comenzó a interrogarlo, pero Tidriso no iba a dejarse atrapar jamás, así que un día, mientras los 4 soles amanecían en sus cunas de luz rojiazulada, él metió parte de sus cosas en su deslizador gravitatorio y partió sin rumbo.. 

Luego de unas horas de viaje, comenzó a escuchar estampidos sónicos que lo sorprendieron desde todas las direcciones. Colocó el piloto automático y dejó una abertura en el techo de su deslizador. Vió como inmensas estructuras negras descendían custodiadas por naves extrañas, naves no nitduanas. El día se oscureció hasta casí convertirse en noche siguiendo el ritmo de las estructuras en el cielo. Enseguida vió desde el noreste una conciderable flota de aerotanques y cazas nitduanos que se desplegaban en formación de ataque. Tidriso entró en pánico y volvío a introducirse dentro de su deslizador, luego acelero a máxima potencia al tiempo que comenzaba a escuchar explosiones cada vez mas repetidas, disparos de energía tripeX y vuelos razantes de las naves caza por doquier. Era una batalla.. Mas bien una invasión..

No tuvo mejor idea que dirigirse hacía donde su deseo lo guiaba. La nave transbordador mas cercana se encontraba en mantenimiento en una instalación bien custodiada, Tidriso se dirigió sin pensarlo dos veces. El caos de explosiones no cesaba, mientras marchaba a toda velocidad vio soldados pesados disparar sus armas de energía tripeX hacia el cielo.. Intentando detener el avance de esas misteriosas estructuras.

Tidriso llegó a la instalación, la ciudad era un caos de gente en pánico, aterrada por lo que pasaba. El cielo estaba cubierto y era un mundo de explosiones y naves que iban y venían amenazantes. Una de ellas, pudo ver, disparó un misil pero este se fue encontra como si algo lo controlase eficientemente, la nave caza no pudo esquivarlo completamente y recibió una muestra de su propia arma. La maquina en llamas y sin maniobrabilidad, cayó sobre la instalación creando una escena caótica de la que Tidriso apenas pudo escapar.

Sin perder tiempo, ingresó a la instalación por entre los escombros rosando los materiales en llamas y vio su voleto fuera. Afortunadamente la nave no estaba dañanda y lista para partir.

El momento era tenso, full de adrenalina y nerviosismo. Pero sus conocimientos iban a sacarlo del planeta de una vez. Ya estaba en marcha, su rumbo fue fijado y logró sacar la maquina fuera. El caos cada vez era mas desastrozo pero a él no le importo, solo quería irse de una vez. 

Aceleró y evito cruzarse entre las naves, encontró un avertura en las gigantescas estrucuras que continuaban descendiendo y las traspazó. Lo que había del otro lado era digno de admiración y terror. Una infinita flota de naves gigantescas de distitnas formas que eran imposible de describir. Su nave transbordador estaba a máxima potencia, solo faltaban unos cuantos kilometros para traspasar la atmósfera de Nitdua. Tidriso nunca se sintió tan exasperado y nervioso en su vida. Era el fin de tanto sufrimiento.. Menos quería saber sobre la invasión.. Sólo irse. Pero su nave fue iterceptada por inmensa nave invasora, tenía forma triangulorectangular con detalles curveados en su superficie. 

La nave enemiga hizo un infome detallado sobre su victima, descubrió que no era más que un simple transbordador y que su tripulante era uno solo. Emitió una señal y procedió:

-Transbordador nitduano, apague sus motores ahora.-

Tidriso estaba apunto de morir de la desesperación luego de escuchar esa voz por los parlantes, sin pensar, tartamudeando y a punto de quebrarse, él pudo responder:

-So.. Solo dejenme ir.. Por favor!

No había tiempo para esperar respuesta, no había tiempo para nada. Así que Tidriso no tuvo otra opción que activar los impulsores de hiperespacio dentro de la atmósfera a costa de lo que eso implicaba. Las coordenadas eran inciertas, él solo lo hizo, luego se desmayó.

Tidriso abrio los ojos desconcertado y enseguida sintió frio, el único frio que el espacio cálidamente podía ofrecerle. Observó su nave y entendió que sus impulsores fallaron. ¿Qué importaba? su deseo estaba complacido. Vio un planeta cerca, un planeta rodeado de defensas, algunas de ellas destruidas, como si una inmensa batalla se hubiese librado para destruirlas. Su nave apenas respondía así que debía aterrizar allí. 

Atravezó el hueco de las defensas y aterrizó casi sim problemas. Rápidamente recordó. Aquel planeta era Traksulah el que siempre negaba todo timpo de contacto con el exterior. ¿Còmo no conocerlo? Era precioso. Y Tidriso pronto lo vio, en ruinas, agonizando.

Pasaron unos años, Tidriso se instaló y formó junto a los pocos traksulianos que buscaban paz, una nueva organización que promovió la reconstrucción total de aquel tan precioso mundo. Abrieron las defensas y publicitaron el planeta en todo el sistema para recibir ayuda, formaron grandes alianzas interplanetarias que aceleraron la reconstrucción de Traksulah. Tidriso había vivido parte de su vida convencido de pertenecer lejos. Por fin lo había descubierto, ahora viviría el resto de su vida siendo la nueva cabeza de Traksulah. Aunque no por siempre.

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