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Categoría: Ciencia Ficción

Traksulah parte 4.

Dichoso mundo aquél que muere y resucita, dichoso su destino es. Era necesario podría decirse. Era fantástico observar en imagenes el destino de Traksulah y darse cuenta de su esencia, de cómo se había convertido en lo que fue y en lo que ahora es. Desde los milenios de paz traksuliana hasta la reconstruccion por parte de Tidriso Milá. Cualquiera que conociera bien la historia podía quedar fascinado de inmediato, era sinónimo de respeto.

Pero eso no le devolvía su belleza sin igual. Traksulah se mostraba de pie frente al universo, mostrando su imponente retorno, el centro indiscutido de Drakmaff, pero ya no era bello. Ahora afrontaba penosamente sus cicatrices y marcas del pasado: esto no era motivo de vergüenza, el sacrificio lo había convertido en algo más que un dios.

En sus grotescos salones, bañados en azúl metálico, se encontraba Tidriso Milá a la espera de nuevas ideas. Él meditaba sobre los míticos traksulianos que aún rondaban por el universo, o eso creía. Traksulah ya no era Traksulah, su nombre persistió a travez de los años por una cuestión de respeto. Los pocos seres originarios que alguna vez se habían quedado murieron, en parte por no tolerar la idea de un mundo abierto al exterior, y en otra por la repulsiva idea de vivir bajo el liderazgo de un ser extranjero. Traksulah era ahora un mundo interracial, miles de razas compartían y habitaban como un pueblo común, esto ayudaba también al fuerte crecimiento económico que no solo mantenía vivo al planeta, sino también al sistema entero.

Tidriso ya no era un joven perdido en busca de su lugar en el mundo. Había crecido y tomado sus propias deciciones. Tranquilamente sentía el orgullo fluir en sus venas. Pero ser la cabeza de un mundo, y comandar las financiaciones de todo un sistema, no parecían ser suficientes para completar su felicidad. Su corazón ahora imploraba por los traksulianos, él sentía el derecho y la mera obligación de buscarlos y entregarles el mundo que les pertenecía...

Terminó de meditar y se dirigió hacia el inmenso balcón que se postraba en torno a las ruinas de la fortaleza real traksuliana, el cielo era aun verde, no así el suelo, cubierto de civilización. Allí estaba su amada esperando por él. Ella era casi el modelo perfecto de mujer traksuliana, de hecho era la única traksuliana en todo el planeta. Tidriso la rescató de unos rebeldes poco después de haber llegado a Traksulah. Posteriormente se enamoraron. Su cara de facciones curveadas y color rojizo se estremeció de ternura al ver a su amado, quien apenas soltó una risilla entre dientes.

- ¿Qué haces ahí sola? - Le preguntó cuidadosamente mientras tomaba sus manos y penetraba en sus ojos ovalados de matices verdozos. Sus pupilas rojas acompañaban dulcemente el tono de su suave piel. Y en ellas él vio amor.

- Sabes que no me gusta molestarte mientras meditas, amado mío. -  Volteó hacia las ruinas y continuo - Sin embargo siento en tu corazón aquello que te hostiga. Estoy casi segura que mis padres partieron en el `viaje´ (viaje le llamaban a la masiva emigración de traksulianos durante las guerras civiles). Busquemoslos! - Finalizó. 

- La pregunta es.. ¿Dónde? - dijo él volviendose hacia ella apasionadamente. 

                                   ***

-Todos bien sabemos que éste mundo alguna vez fue de alguien más. Todos sabemos lo que pasó con ellos, sus guerras, la huida. - Tidriso hizo incapié en esta última palabra, reafirmando así su autoridad, demostrando lo que quería expresarle a todo el concejo -  Pero nadie sabe qué fue de ellos - continuó -. No hay rastros o indicios de su paradero o destino. Solo tenemos una historia que se repite una y otra vez en los holomogramas como si se tratase de algo ficticio. Mi punto es, ¿Dónde se encuentran? Si todavía viven de seguro saben que su mundo floreció, ¿entonces por qué no los veo aquí? - El concejo ya aturdido comenzó a levantar temperatura por los bulliciosos seres que lo integraban, un dalamdraciano tomó las riendas de su imponencia y criticó por encima de todo:

- Ellos no existen más, Milá Tidriso. Y si lo hicieran, jamás volverían a esta roca tecnológica, la que una vez fue su Dios, hoy es un centro de comercio. Y tanto usted como todos nosotros, sabemos muy bien que ellos por naturaleza desprecian tal cosa. - Todo el mundo disparó silencio. Tal silencio hubo, que los murmullos de algunas conciencias podían percibirse lo suficientemente claras. Todas las miradas y sentidos fueron guiados hacia Erkium, quien seguia imponente en su lugar desafiando a Tidriso con su flameante mirada negra.-

- Por eso, mis leales senadores y patriarcas, quiero incitar una busqueda galáctica.- Propuso Tidriso intentando romper el silecio desgarrador.

- ¿Piensa mover todas las flotas, señor? - Preguntó un senador mas alejado.- 

- ¿Y dejar Traksulah indefenso? No sea ridículo senador Hopgor. - Contestó otro senador sarcásticamente.- El bullicio estaba comenzando otra vez. Pero Tidriso tomó partida rápidamente y habló:

- Enviaremos una nave a cada sistema desde el cuadrante Etflium hasta el sector 7 del  cuadrante Naatraflium. Cada nave deberá registrar completamente todo el sistema que se le designe. En caso de no encontrar nada, su misión será registrar los sistemas más próximos que no lo hallan sido aun. - Tidriso explicó detalladamente mostrando los cuadrantes nombrados en el holomograma que se suspendía sobre el concejo. Todos prestaban atención y opinaban al respecto.-

- Pero señor, ¿Si se encuentran fuera de los sistemas? ¿Varados en sus naves en algúna región de la galaxia? - Cuestionó un patriarca dudoso.-

- Pensé en ello también. Se sumarán tres fragatas furtivas Dreko-Reflejantes. De esa manera, si estan en alguna parte, lo sabremos.- Las naves Dreko-reflejantes eran únicas en su clase, reflejaban la energia Drekognitiva de cualquier cosa que generase un poco de calor a un radio de 1.2 millones de años luz, para luego decifrar si éste porvenía de un ser vivo, una estrella, o una maquina. Así se podría saber con exactitud la ubicación de lo que fuere que estuviera en la base de datos.- 

Todos dieron la aprobación, algunos un poco desconfiados, otros pensaban como Tidriso, también estaban los que se oponían ante toda decisión que no les beneficiara en absoluto, y por último estaban los que solo aparecían si había dinero de por medio; que dicho sea de paso, mucho dinero se necesitaba para mover las preciadas fragatas.

                            ***

Las naves acababan de irse en una animada y producida ceremonia que abarcó el centro de atención de todo el mundo, Tidriso añoraba lo que hacía. Pero no era eso lo que lo mantenía siempre en el planeta, él había descubierto a los mlodharianos hacia un tiempo, sabía que ellos eran los autores de la invasión a Nitdua, su mundo natal. Él les tenía miedo. Y no iba a permitirse una invasión mientras no estuviera, perder Traksulah significaba algo peor que la muerte en su conciencia. Arriesgarse no era opción. 

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