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- Tantos años han pasado amor mío, tantos recuerdos poseo de mi vida donde tú siempre estuviste. Comprendo, mejor dicho, sigo comprendiendo todo tu ser, enamorandome de ti todo el tiempo. Luego veo a Traksulah siendo lo que es y lo que alguna vez será, gracias a mis actos y determinaciones. Y no me olvido de su hermosa población, a quien siempre me debí. Ya que he vivido mi vida para ello, totalmente. ¿Entiendes?. - Tidriso hundió su seriedad en lo mas profundo de su alma al tiempo que penetraba los ojos de su amada, unos instantes después continuó - Eres la última traksuliana, eres lo que realmente queda de esta maravilla. Yo me pregunto, ¿Acaso no extrañas a los tuyos, aquellos seres traicionados por su propia perfección?
- Cuanto has cambiado, amor - dijo ella recordando quizá los primeros años, cuando Tidriso se había convertido en su heroe eterno - Sin embargo tu obsesión por los míos no hace mas que crecer y crecer. - Ella dió un vistazo al cielo entonces, como buscando algún punto, algún lugar. - ¿Sabes? nunca te lo he contado, pero cuando la flota partía, un transbordador se lanzó a la busca de más supervivientes en los alrededores de lo que alguna vez había sido la fortaleza real. Donde tú me encontraste. El transbordador estaba junto a mí, desde dentro un soldado me tendió su mano. Dudé, luego me asusté y corrí lejos, fuera de su alcance. Me escabullí y lloré como nunca. Sentía como el miedo se apoderaba de mi y la cobardía me ataba al suelo resquebrajado por tanta atrocidad. Podría estar con ellos en este momento, Tidriso.
Él miraba sorprendido a su mujer, haciendo un esfuerzo por asimilar las trágicas palabras y tomándola de la mano, acariciándola suavemente dijo:
- No es momento de lamentarse, amor mío, estabas bajo mucha presión y eras muy joven. Recuerda lo que yo hice con los míos. Somos iguales, ambos abandonamos todo y ahora lo tenemos todo.
La mujer traksuliana recostó su cabeza rojiza en el regazo de Tidriso, dejando caer unas cuantas lagrimas de miel.
- Pues sí - Dijo entre sollozos - Los extraño mucho.
- Ahora me tienes a mí, amor. Yo ahogaré tus penas, siempre. Pero el misterio de tu pueblo me acompañará hasta la tumba.
***
Traksulah. Un mundo maravilloso desde el comienzo. Donde seres evolucionaron para ser perfectos, y donde la perfección no era mas que una condena. Tantas historias aún quedaban para contarle a sus hijos, tantas anécdotas que Tidriso podía recordar con las palabras exactas gracias a su memoria nitduana.. Él buscó la perfección donde no era bienvenida, ¿Pero cómo iba a saberlo?
Todo aquello que construyó, por todo eso que luchó, él iba a pagarlo. Podía deberse al karma de sus actos pasados. O bien por la mala suerte de estar en medio de una batalla que no pudo evitar ni con la ayuda de toda la galaxia.
Los Drem y los Mlodhar venían librando batallas por los bordes de la galaxia. El sabía al respecto. Conocía bien lo que implicaba el brutal conflicto. Sabía que los Drem venían de muy lejos, se rumoreaba que habían cruzado todo un universo. Desconocía más detalles, sus fuentes eran limitadas y el conflicto entre ambas razas ponían en peligro a Traksulah. Conflicto que pronto llegó a Drakmaff. Cosa que alertó como nunca antes a Tidriso, él había estudiado la situación y determinó que los Drem intentaban conquistar el imperio Mlodhar. Al menos eso creyó. Los mlodharianos se habían encontrado con una colonia Drem, la que posteriormente masacraron. Tal acción se debió a un primer golpe por parte de los Drem. Estalló la guerra entonces, una guerra que él estaba librando también por las ataduras al imperio Mlodhar.
Una flota Drem se desplegó en Drakmaff con un solo objetivo. Traksulah, su caida significaba un duro golpe para las fuerzas mlodharianas, las cuales estaban mas que preparadas:
La batalla no dió tregua, básicamente se trataba de una feróz carnicería. Traksulah ardía en manos de una guerra que no le correspondía, que significaba el fin, simplemente. La población era diezmada con el pasar de los segundos y toda la fuerza armada estaba quebrada, aislada, solo los mlodharianos combatían igualando resultados, había un bloqueo sobre casi todo el planeta que impedía la mayoría de los abordajes y bombardeos Drem. Era inimaginable.
Pero la esperanza de Traksulah no estaba perdida. Milagrosamente Tidriso logró mantener operacional gran parte de sus fuerzas militares en la ciudad capital, que, gracias a los mlodharianos, apenas había sido rasguñada por el puño Drem. Y con el tiempo rasgando sus espaldas, Tidriso ideó un plan. Una especie de contraataque.
Era arriesgado, improbable, e incierto. Una super arma yacía en las entrañas de Traksulah, que según las investigaciones de Tidriso, había sido construida por los traksulianos como última esperanza ante una invasión. Se trataba de un super impulsor de energía conectado directamente al núcleo del planeta. ¿Cómo diablos funcionaba? pensaba Tidriso a toda hora, mientras pasaban los días. Los infinitos días de una guerra atroz.
Una docena de científicos e ingenieros trabajaron duro, algunos murieron, pero al fin, todos los secretos del arma se debelaron, y junto a ellos, su verdadera función. Y aquel día, Tidriso en brazos de su amada sabía lo que debía hacer. Sin embargo ella no estaba conforme..
- Tidriso.. Si realmente Traksulah resucitará de las cenizas, podremos volver, soñar con un nuevo amanecer. ¡Escuchame!
- Una vez abandoné a mi pueblo. Estas pidiendo que lo abandone otra vez. Y no puedo hacerlo, amor. Yo simplemente no puedo.
La traksuliana clavó sus fogosos ojos en el alma de Tidriso, penetrando su esencia como nunca antes. - Has hecho bien toda tu vida con ellos, pero mira - señaló hacía arriba para que él mirase y viera el caos. - Traksulah es la última esperanza, la guerra aniquilará todo. Debes hacerlo. Por el futuro. ¡Te lo ruego amor mío!
Tidriso se mantuvo sin palabras. Atiborrado por la situación e inmerso en sus propios pensamientos. Su mujer agregó:
- Mi pueblo aún está fuera. Tu has intentado dar con ellos durante años. ¿Qué tal si esta es la solución? ¡Piensalo! Podría ser la respuesta a todo, mi amor. Te lo ruego una vez más, ¡Por favor!
Tidriso volvió en si al escuchar esas palabras. ¿Y si su amada tenía razón?...
- Solo espero que tengas razón. - Dijo al fin -
****
Traksulah. Es así como se llamaba la super arma. Activada de una vez comenzó a actuar. Un haz de energía se liberó y atravezó el planeta y se extendió por miles de kilometros en el vacío. Todo lo que tocó fue pulverizado al instante. Luego de unos minutos, el planeta enteró estalló en forma de supernova. La explosión destrozó todo en un radio de 500000 kilometros, tanto las flotas Drem como las mlodharianas. Pero la inmensa máquina que alguna vez fue parte del bello planeta, seguía intacta, cubierta por algún tipo de escudo. Ahora giraba frenéticamente y lanzaba haces de energía hacia todas partes.
Pronto, de los restos, un nuevo mundo floreció. Identico, hermoso, increible. Traksulah había resucitado.
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