¡Ah! ¡dulce vita! tan adorable como incomprensible, y creo sin temor a equivocarme que en ello radica su verdadera importancia, pues no concibo gracia alguna, al vivir conociendo de antemano sus más ocultos enigmas.
¿Qué seria de la vida si conociéramos todo sobre ella?, se perdería seguro el grato y admirado sentido de la duda. Dado esto no existirían mas filósofos, pues ya nadie se haría las profundas preguntas: ¿Por qué el agua moja? O ¿por qué la toalla seca? O la un más compleja ¿por qué la toalla no moja y el agua no seca?. Se vendría a bajo la base de toda ciencia, además que ya no se entregarían noveles.
Imaginemos por un momento una vida donde sepamos como evitar procesos físicos que desarrolla nuestro cuerpo, y que aunque a veces no son tan desagradables; hacen de vivir un enorme placer. ¿Que tal si supiéramos evitar el hambre? ¡No! ¿Que seria entonces de aquel profundo sentimiento por el cual experimentamos: ese revoloteo estomacal, la mirada de ternero degollado y el babeo bucal; Que nos invade al estar al frente (en la mas estricta situación económica) de una vitrina en cuyo interior yace el manjar de los dioses: la elegante chinchuria, su siempre competencia la glamorosa morcilla, las nunca faltantes orejitas de cerdo, el siempre apetecido bofe y los respectivos trocitos de bollo limpio, todo esto acompañado del mas refrescante vasito de chicha?¡¡¡Noooo!!!
¡Y sino sintiéramos aquello que nos hace humanos, no haríamos lo posible por adquirir estas delicias!, ¡ y sino las adquiriéramos; No volveríamos a sentir el desahogo que nos produce el tragar un montón de bollo con morcilla atascados en la garganta con la ayuda de un espeso sorbo de chicha!. ¡¡¡Noooooo!!! ¡Seria muy cruel privarse de tal sentimiento!!!
¡Pero un momento!, ¡Si no ingiriéramos comida alguna pasaría algo aun más tétrico!:
¡Ya nunca mas viviríamos aquel tierno y a la vez feroz sentimiento, que cuando después de haber aguantado dos horas lo incontenible, leyendo paquitos de condorito o la ocasional revista de turno; Llegamos al clímax máximo de la sensibilidad humana y a lo más cercano a traer vida a el mundo!. Sin contar el sentimiento de culpa que nos aborda inmediatamente después, por no tener la respectiva cajita de fósforos a la mano. ¡¡¡Da miedo una vida así!!!
Es mas, si supiéramos todo acerca de la vida, seria obvio saber que hay después de esta, por ende perderíamos el miedo a la muerte, y sin miedo a la muerte no sentiríamos la adrenalina que provoca, el treparse a un palo que se alza a cinco metros de altura sobre unos feroces y rabiosos doberman y todo esto para conseguir coger le punta a la virginal y consentida hija de tu celoso vecino, que ejerce la profesión de sicario y cuyo hobiee declarado es el torturara a jovencitos precoses.
El maltratar mi mente pensando en catástrofes como estas, pudo generarme alguna clase de nefasto trauma, de cuyas secuelas seré victima en años venideros, mas sin embargo el embarcarme en este conflicto existencial me ayudo en gran medida a tratar de entender la vida y a en mediana forma valorar lo que me toco sufrir.
Mi nombre no es importante mencionar, mas si mi historia; lo que viví en carne propia y a lo que me llevo mis mas ocultos miedos y dudas.
Aun estas a tiempo para desistir saber algo que pocos soportaran, pero que por desconocerlo muchos sufrirán.
¿Haz escuchado alguna vez aquello que dice: ¡¡Cuidado con lo que deseas; porque puede hacérsete realidad!!
Continuara.........