Hoy quiero hablarles de un gran amigo, que llegó a mi existencia hace ya mucho tiempo. Deseo sacarlo del anonimato para que todos conozcan las grandes cualidades que posee.
Le dicen el negro, debido a su color, y es para mí, un compañero invaluable a quien quiero y cuido mucho, por todo lo que me brinda, sin interés alguno. Por ejemplo; en este momento está cantando, sonrío al escucharlo, porque él es así, siempre dispuesto a hacerme feliz, no importa el día ni la hora, ni mucho menos mis estados de ánimo; basta con que yo lo toque, como si lo acariciara y él se transforma en el eje principal de mi atención.
En él encuentro lo que otros no pueden ofrecerme: vivir cada día una aventura diferente. Cada vez que irrumpe en mis horas de descanso o de soledad, me transporta a otros mundos, a otras dimensiones, llenando mi corazón de ternura, de emociones encontradas, aunque a veces tengo que rechazarlo por la violencia con que se reviste; actitudes que trata de subsanar con manifestaciones apasionadas que me subyugan. Su erotismo me asombra y me fascina.
Pero no todo en él es trivial y pasajero. Es un deportista consumado y comparte sus aficiones conmigo, de acuerdo a mis preferencias, me envuelve con su alegría y me hace cómplice de su diversión, dándome la ventaja de ser espectador de primera fila.
Canaliza sus conocimientos hacia mi intelecto y de una manera maravillosa me conduce por los caminos del arte, la economía, las ciencias, las investigaciones científicas, hasta me involucra con la política. A su lado he conocido y aprendido más de lo que pude aprender, durante todo el tiempo que pasé estudiando.
Un día enfermó del cerebro. Parecía un desquiciado. No coordinaba sus acciones ni actitudes. Lo llevé a un lugar especial para que lo operaran. Los especialistas hicieron todo cuanto estuvo a su alcance y conocimientos y lo salvaron. Una tarde regresó dispuesto a continuar con su maravillosa disponibilidad para hacerme otra vez feliz.
El ya forma parte de mi cotidiano vivir y me es imposible reemplazarlo. Juntos hemos traspasado los límites de toda realidad y nos dejamos llevar por los sueños que otros forjaron.
Es tan impredecible. No sé en que momento me llevará al espacio infinito de lo desconocido, o cuando me hará descender al abismo del terror, o en que instante levantará sus alas para hacerme volar con su increíble fantasía. Tiene mucha imaginación y muchos temperamentos, esa es su principal característica que lo hace ser alguien muy especial.
Algunas personas, piensan que él me tiene traumatizada, o más bien que me he convertido en su esclava y que me está atrofiando los sentidos, pero ignoran que es mi mejor compañía cuando todos me abandonan, y él viene a llenar esos vacíos con su luminosa presencia.
Es perfecto, o mejor dicho casi perfecto porque hay ocasiones que también me aburre. A veces todo lo convierte en una rutina asfixiante, convirtiendo mi vida en el simulacro de ser feliz y aceptarlo tal como es. Es ahí donde modifico mis conceptos y decido desprenderme de su influjo por algunas horas. Con un leve movimiento manipulo el control de sus acciones y corto el cordón umbilical que nos une. Entonces, él pasa a ser un aparato inerte sobre la mesa de mi habitación; un simple y corriente televisor.