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UNA ESPERANZA A LA VIDA

Mi vida, preciada vida, que tanto ansío, pero que poco importa. No, no me miréis así, como si estuviese loco, como si lo que estuviese diciendo no es verdad. Sí, claro que lo es. Sino preguntadle a uno o a otro. Preguntadle: ¿qué importa la vida de éste individuo? ¿Qué ha hecho él por vosotros? ¿Qué le agradecerías a ésta persona? Me echo a reír, de personas que apenas conozco y digan que yo les he dado amistad, y personas que consideraba amigos no digan nada. ¿Acaso estoy exagerando las cosas? Comprobadlo vosotros mismos. ¿Sabéis? El error más común es intentar hacer el bien cuando todo te sale mal. Intentas dar una sorpresa a un amigo cuando en el intento la pifias y te sale todo mal, hasta que tu amigo ya llega a no interesarle la idea de la sorpresa. ¡Sí, el único culpable eres tú! ¡Tú eres el que ha llevado al traste la sorpresa! Piensas que estás haciendo el bien, ayudando a un amigo, ayudando al otro, e igual, en uno de esos intentos de animar a uno, se te escapa alguna palabra sin mal intención, y ya eres malo. ¡Ay, Señor! ¡Cómo me gustaría que la gente me entendiese como me entiendo yo! Mas, ¿qué digo? No busques petróleo de los lugares que no hay, no busques oro entre un bloque de hormigón, no busques una aguja en un pajar. Nadie me entiende, y supongo que nadie me entenderá, al menos como yo me entiendo. ¿Acaso tengo que cambiar para que la gente me acepte? ¿Acaso tengo que ver las cosas de otra manera, para comportarme como otra persona diferente, sólo para que la gente me acepte tal y como soy? ¿Qué sería de mi vida si hiciese tales cambios radicales en mi personalidad? Claro, debería pensar que daría igual. ¿Por qué? Porque cuando estás tan apartado de la vida, cuando crees que no sirves para nada en el mundo que vives, cuando eres el centro de atención de todo el mundo que te señala cuando piensan que no les ves, cuando les escuchas reírse de algún chiste o algo gracioso que han visto, cuando ves que no eres más que el hazmerreír de la gente, te escondes de la sociedad, o al menos lo pretendes, e inventas historias cuyo protagonista eres tú, e inventas escenas o historias o cuentos o novelas donde cuentas miles de cosas que te gustarían vivir, que te gustarían sentir, con las que sueñas en cada momento de tu triste vida e incluso lo haces despierto, y no puedes leer nada porque a lo mínimo que lees se te ocurren miles de historias impidiéndote seguir leyendo, y lo mismo ocurren con las películas, cuando empiezas a verlas y te pones a soñar por una tontería que has visto u oído. En definitiva, creas un mundo alrededor tuyo que no es real, que incluso reconoces que no es real, y durante el día no te importa ser cómo eres, un pobre solitario que espera ante todo que un día llegue alguien importante para ti, alguien que te comprenda, y para ello debe de ser una persona diferente a los demás, lo más triste, otro incomprendido. Vaya vida, ¿verdad? Sí, dices: ¿qué más da, vivir una vida o la otra? Ambas son falsas, no son reales, la única diferencia es que en una la gente te comprende, y en la otra lamentablemente no. Pero… ¿sabéis qué? Yo no soy así, yo no quiero ser alguien que no soy. ¿Para qué engañarme? ¿Para qué engañaros? Reconozco que he mentido en algunos casos para mantener a los amigos, cuando en realidad tendría que haber dicho la verdad. No soy nada, no soy nadie, soy un falso, soy un soñador. A veces me da hasta ilusión pensarlo: “Soy un soñador”. Mola, ¿eh? Alguien que piensa en un mundo mejor, alguien que piensa que todo en el mundo tiene solución, y eso “todo” es muy poco. Sonríe, mira al cielo, y te sentirás el hombre más feliz del mundo. Sí, algo que puede resulta ridículo, pero a mí me funciona. ¿Y sabéis lo que he hecho para sentir esa “felicidad”? Simplemente quedándome sólo en el mundo, no tener a nadie en quien apoyarme en los tristes momentos de mi vida, y se el centro de risas y comentarios de todo el mundo. ¿Acaso nosotros, los incomprendidos, nos merecemos esto? ¿Acaso no tenemos también derecho en tener a alguien en quien ahogar nuestras penas? ¿Acaso no debemos de tener a alguien que realmente nos quiera? Corremos el peligro de no encontrar a esa persona, ni en diez años, ni en veinte, ni nunca. Pobre vida nuestra, pobre vida que nos rodea, pobre… ¿Veis lo que quiero decir? Somos los primeros que sabemos la mala situación en la que estamos, pero también es verdad que, cuando queremos levantar la cabeza, cuando queremos dar el primer paso para salir de esa miseria, siempre habrá alguien para destrozar nuestros corazones. Amigos míos, gente que es como yo, vosotros me entendéis, sabéis qué es lo que se siente, sabéis cómo sufrimos, y de una manera, o de otra, nos apoyamos los unos a los otros. No desesperéis, no penséis que la vida no tiene sentido por más verdad que sea. Yo os apoyo, yo os creo, yo seré para vosotros el apoyo de vuestros pesares como vosotros sois de los míos. Seguiremos adelante, llegaremos a conocernos los unos a los otros, y conseguiremos que todo el mundo nos entienda. Sea como sea seguiremos adelante. Algunos de nosotros será importante. Dostoyevski fue como nosotros, y fue uno de los mayores escritores de su tiempo. Sí, seremos alguien para alguien, en el presente o en el futuro. Pero hacedme caso, no desaprovechéis la mínima oportunidad para disfrutar la vida. Seáis vosotros mismos, pero disfrutarlo. Yo, por mi parte, os quiero a todos. ¡Vivid bien!
Datos del Cuento
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