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Categoría: Hechos Reales

UNA LARGA NOCHE

Era el mes de setiembre de 1998, tenía más de una semana recorriendo direcciones en busca de un empleo aunque fuera temporal y no había conseguido nada, cansado y con los pies ardientes y doloridos me recosté en los viejos muebles de mi pequeña sala tratando de pensar en otras posibilidades. La semana pasada había estado taxiando en mi station wagen pero la verdad es que con las justas pude sacar para el menú diario,y esto, luego de quince horas de duro trajinar.Recostado sobre los cojines miré al techo como un escolar que busca en el cielo raso la respuesta a sus preguntas; fué en ese instante que el teléfono sonó sacándome de ese instante de pesimismo y desilución.No había nadie en casa, contesté y me dí con la grata sorpresa de escuchar a mi amigo Alberto Ruiz, antiguo compañero de colegio, y uno de los muchos a quienes había acudido en busca de empleo; Alberto me explicó que su suegro era dueño de una funeraria y que deseaban trasladar un cadáver hasta el vecino puerto de Paita (distante 100 Km.de Piura,mi ciudad natal), había que ir por la caja mortuoria a la funeraria del suegro de mi amigo y después recoger el cuerpo en la morgue del hospital central de la ciudad.Por realizar este trabajo que me demoraría a lo sumo tres horas, me pagaban nada mas ni nada menos que la suma de trecientos nuevos soles; no dudé un instante y luego de pedirle que me prestara para combustible salí inmediatamente a buscarlo.Mi amigo me esperaba en la puerta de su casa, con él fuimos a la funeraria y después de retirar una caja de color marrón oscuro, me dirigí hacia la morgue del hospital donde un señor de apellido Carbajal ya me esperaba.
Hasta allí todo estaba bien, lo difícil comenzó cuando el familiar del occiso me pidió que lo acompañara hasta el frigorífico, yo que siempre he tenido un respetuoso temor por los cadaveres, jamás pensé que un día tuviera que ayudar a retirar uno de un frigorífico;hice de tripas corazón y venciendo mi antiguo temor tomé al ex-vivo por las piernas y luego de sostenerlo para que su primo lo vistiera, lo metimos en la caja.
La paga era buena, tanto que con ella aseguraba mas de una semana de comida para mi familia, pero con lo que había hecho creía habermela ganado sobradamente, el amigo Carbajal me indicó que el me iba a acompañar hasta la ciudad de Paita donde dejaríamos a su primo y luego de una "horita" de acompañar a los deudos volveríamos juntos a la ciudad de Piura, para darme mas confianza me pagó por adelantado la suma total acordada.Después de este gesto don José Carbajal me cayó simpatiquísimo, le pedí los papeles para el traslado legal del finado y después de llenar el tanque de combustible, revisar la presión de las llantas y chequear el agua de la batería emprendimos el viaje, que gracias al buen humor del señor Carbajal, me pareció que ocurrió en un santiamén.
Paita es una ciudad pequeña, muy pronto ubicamos la casa donde los deudos esperaban. Las escenas de dolor fueron terribles y yo, que francamente soy muy impresionable, derramé varias lágrimas y me sentí muy mal por haber venido contando chistes durante todo el trayecto, en fin , ya estaba hecho; esperé afuera del velorio por mas de hora y media.Eran las doce y media cuando respetuosamente hice llamar al señor Carbajal para recordarle que le estaba esperando para regresar a Piura-"Verá usted-me dijo-me han pedido que me quede esta noche y como soy su único pariente paterno en Piura no puedo negarme, le agradezco la espera y el servicio pero puede marcharse cuando quiera".Creo que mi simpatía por José Carbajal terminó en ese mismo instante, me despedí, creo que friamente y me dirigí hacia el paradero de colectivos para llevarme aunque fuera un par de pasajeros.No encontré uno solo,"ni modo" me dije a mi mismo y pisando el acelerador me lancé hacia la carretera a cien kilómetros por hora.Olvidaba comentar que era la noche del 31 de octubre,"noche de brujas", pero por supuesto yo no creo en esas cosas.Los cigarros se consumían en mi boca con dos o tres pitadas , la noche era oscura y la carretera lucía solitaria a la una de la madrugada; de repente, cuando ya las luces de la ciudad de Piura aparecieron ante mi, el auto que tan bien se portara hasta entonces, dejó de funcionar. El motor se apagó súbitamente y las luces se extinguieron dandome apénas tiempo para retirarme a un lado del camino.
DE pronto me encontraba a veinte kilómetros de Piura, varado en un auto y en la mas completa oscuridad . Mi primer impulso fué revisar los cables de la batería,todo estaba correcto,los cables del distribuidor, parecían estar bien. Entré nuevamente a la cábina para revisar los cables que llegaban a la chapa de encendido pero una extraña aprensión se iba apoderando de mi, al levantar los ojos y mirar el cristal del espejo retrovisor me pareció sorprender el brillo de una mirada; el miedo, ese horrible monstruo que siempre me perseguía en mis noches infantiles aparecía ahora ante mi magnificado por la extraña coincidencia de que los sucesos actuales ocurrieran precísamente despues de..., no quería ni mencionar el cuerpo sin vida que hasta hacia una hora había ocupado la parte trasera de la "station" ¿Era esta una respuesta a mi falta de respeto ante su inanimado cadaver? Un frío recorriendo mi espalda pareció responderme, no obstante aún tuve fuerzas para pedir perdón y musitar en silencio quien sabe cuantas oraciones sabidas y quien sabe cuantas inventadas.No sé cuanto tiempo pasó solo sé que reconfortado por mis tardías oraciones apoye mi vencida cabeza en el timón del auto y al dar maquinalmente pero sin esperanza alguna, vuelta a la llave de encendido, el ronronear tranquilo y seguro del motor de la máquina,devolvió a mi alma la alegría
Datos del Cuento
  • Autor: pecastram
  • Código: 14572
  • Fecha: 14-05-2005
  • Categoría: Hechos Reales
  • Media: 5.46
  • Votos: 39
  • Envios: 1
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