Hace mucho tiempo, en la capital de Alaska llamada Joneau, nací yo. Mi nombre era Philip Raimer y entonces tenía once años cuando le conocí, un ser que sentía y pensaba. Era un perro - lobo. Un husky cuyo origen era perro y lobo. Se llamaba Umiak. Lástima que ya no vive, el gran amigo.
Una mañana me lo encontré. Estaba herido y no tenía padres. Creo que tenía tres meses de edad. Me miraba con ojos de cariño. Nos miramos el uno al otro. Sus ojos eran almendrados muy bello. Me lo llevé a casa y le llamé Umiak.
Durante mucho tiempo, fuímos amigos y nos divertíamos con el trineo de un lado a otro. Claro que con nosotros venían Rock, Buck, Liss y Jana. Pero sobretodo teníamos que ir por caminos peligrosos para llenar de vida nuestras aventuras.
Pero un día, tuve que ir de excursión con unos amigos y me perdí. Tenía mucho frío y me hundí en la nieve. Entonces tenía 20 años. Entonces Umiak sintió una cruzada en su corazón y salió de casa para buscarme.
Después de estar diez días en la nieve, mi perro me salvó sacándome de allí. Al tercer día me rescataron mis amigos y volvimos a casa con Umiak. A mi noble animal le regalé una medalla y la tubo hasta el fin de sus días.
Cuando cumplí 26 años y mi perro cumplió 15, ocurrió algo que no me gustó. Estábamos durmiendo y Umiak gemía en voz baja. Luego se subió a mi cama y me lamió la cara. Al día siguiente me lo encontré al lado mío y le intenté despertar, pero no respondía. Umiak había muerto de viejo. Se me escaparon unas lágrimas y le acaricié.
Le hice la tumba más bonita que un perro muerto pueda tener, y construí una estatua de él en su honor y puse:
"A mi querido perro - lobo Umiak, mi héroe amigo. Fidelidad - orgullo - inteligencia."
FIN
Encontré muy ineteresante tú cuento. Te felicito por eso. Debes seguir adelante. Tienes venas de escritor. Abrazos desde Brasil.