Su mirada, que hace solo instantes deleitaban mi sonrisa, ahora parecían quererme ahogar en el mar de sus ojos. Para finalmente corresponder con una pequeña y dulce sonrisa que parecía escapársele entre la comisura de los labios. Nos encontrábamos jugando en compañía de nuestros demás amigos y él debía perseguir a varios con el fin de librarse, estaba detrás de mí; a tan solo unos cuantos pasos. Le faltaba poco por atraparme, pero fingió una caída... pedí tiempo y corrí a socorrerlo; lo ayudé a reincorporarse y luego esperó a que tomara distancia para continuar el juego. Pero prefirió correr a alguien más.

Más tarde los amigos se fueron, sin embargo Walter continuaba a mi lado. Él me dijo que me acompañaría a casa y yo accedí, aunque realmente estábamos bastante cerca. En eso observo que se atrasa, había estado caminado a mi ritmo, junto a mí, pero ahora se encontraba bastante atrás. Veía que brincaba de la casa de un vecino y me asusté. Corrí a ver qué hacía, enseguida noté que ocultaba algo detrás de su espalda y quise ver de qué se trataba. Pero no hizo falta hacer mucho esfuerzo para averiguarlo, ya que lo que había estado ocultando de momento era una hermosa florcita blanca, que de sus manos terminaron en las mías al mismo tiempo que me decía, te quiero; seguido de un diminuto beso, que además de humedecer mis labios, hidrataron mi alma... ¡Ay, que momento más divino! En aquella ocasión nos hicimos novios... y ahora que tengo 79 años, aun estás a mi lado. Un amor que comenzó de niños, siendo más bien platónico; terminó siendo un amor verdaderamente apasionado y duradero. Porque aunque ahora somos viejos, y no hacemos el amor como de jóvenes, siento que cada día nos queremos más.

Todos los días amanezco y me encuentro un sobre en mi mesita de noche, este contiene la poesía que me dedica cada mañana. Y yo como siempre le sigo llevando el desayuno a la cama y allí nos quedamos las horas viendo la televisión, los dos acurrucados hasta que decidimos salir a dar nuestra caminata diaria, para mantenernos en forma. También vamos juntos a hacer las compras y es que en realidad no hallo que decir, que no haga sin mi querido Walter.

Con él he sido muy feliz, me dio dos hijos maravillosos y estos a la vez me han dado unos nietos preciosos, que me hacen acordar a Walter, cuando este era apenas un niño y es que se parecen mucho a él.

En estos momentos, me encuentro en una tienda escogiendo los regalos que les daremos, hoy a nuestros nietos, cuando finalmente lleguen con sus padres de visita a casa.

Fin.