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Un Cigarro más... que importa

Soy un estudiante universitario, y quiero dirigirme a las personas que recién están por caer, han empezado a fumar, o ya tienen experiencia de fumadores; no voy ha escribir acerca de cómo dejar de fumar ya que si lo supiera no estaría escribiendo este artículo. Mas bien quiero contarles mi experiencia como fumador y lo difícil que se hace dejarlo una vez que este, nos domina. Me alegraría mucho si aunque sea una persona recapacite y evite el cigarro al terminar de leer estas líneas.

Sé que nuestros padres o familiares nos inculcan mucho que no se debe tener este tipo de vicios o conductas, pero muchas veces tomamos los consejos a la ligera y en el peor de los casos nos sirve de incentivo para seguir haciéndolo y sentimos esa extraña sensación de placer que se produce al romper las reglas, por lo menos yo, como joven, siento eso...

Sin darme cuenta llevo ya cinco años fumando, en los cuales he intentado muchas veces dejarlo, pero hasta ahora no he tenido buenos resultados. Empece en quinto año de secundaria por los motivos que todos conocemos: rebeldía, influencia de grupo, curiosidad, etc. Las primeras veces que fumé no fueron agradables, me atoré, me mareé, me dio tos, pero tuve esa extraña sensación de placer. Pensaba que estaba rompiendo una vieja regla impuesta por los mayores, me sentía sucio pero a la vez emocionado de probar algo nuevo y prohibido para mí en ese entonces, saborear en suma, el dulzor-amargo de la rebelión. Muchas veces lo negué, pero ahora admito que me encontraba mas en ambiente, mas compenetrado con el grupo, el bacancito... Sé que muchas personas al leer estas líneas dirán “No, yo estoy empezando por que quiero”, “No es influencia del grupo”, “Simplemente porque me gusta” etc. Pero al fin y al cabo todas las razones nos conducen a un mismo final... EL VICIO.

Cuando las personas me advertían, sobre todo mis mayores, pensaba: “Y tu que sabes”, “Cuando quiera lo puedo dejar, para mi no es un vicio es solo un juego”, “ No se metan en mi vida, ya estoy grandecito para decidir que hago”, etc. Tomaba las advertencias a la ligera, seguía fumando y sin darme cuenta, poco a poco el número de cigarros fue aumentando, hoy en día puedo llegar ha fumar una paquete diaria. Por supuesto que la cantidad varía según el estado de animo en el que me encuentre. En fiestas o reuniones una cajetilla me queda chica.

Son pocas las veces que siento un deseo imparable por el cigarro, pero la costumbre hace que encienda uno. Muchas veces se termina por consumir en el cenicero y me doy cuenta que no he fumado casi nada o a veces lo apago por la mitad. Es como una manía el tener un tabaco prendido. Solo hay dos momentos en los cuales me provoca irresistiblemente fumar; después de comer y cuando tomo con mis amigos.

Ahora quiero dejar de hacerlo, pero siempre tengo una excusa para desistir: “La preocupación”, “ Los exámenes”, “La presión de la universidad”, “Los problemas”, etc. Lo máximo que he podido estar sin nicotina fue un mes, no pude resistir la tentación de volver a tomar uno en una fiesta. Luego de este intento he tenido varios, pero nunca han durado tanto. Cada vez que trato de dejarlo, siento que me falta algo, un vacío dentro de mi y esto hace que no pueda concentrarme en lo que tenga que hacer. Sé que ya es psicológico o tal vez falta de voluntad de mi parte pero lamentablemente el tabaco ha llegado a controlarme hasta este extremo. Cada vez que rompo mi promesa de “no fumar” me siento mal conmigo mismo, me siento derrotado... Pero este sentimiento pasa y sin darme cuenta otra vez estoy en mi rutina diaria, acompañado de “mi fiel amigo”: el cigarro, que no hace mas que acortarme la vida, quitarme físico e impregnarme de un mal olor.

Con mi madre tenemos muchas riñas, ella es exfumadora, que ha logrado mantenerse sin un cigarillo desde hace mas de 10 años, por eso nunca deja de fastidiarme para que lo deje. Cada vez que discutimos le digo que no es fácil, y ella me dice que lo sabe, pero que si me lo propongo puedo. Para estas ocasiones nunca me han faltado excusas para no alejarme de esta esclavitud y termino como el incomprendido, el resentido, sintiendo que mi madre es una latosa, que se preocupa mucho y que no me deja en paz. En el fondo sé que tiene la razón, pero por orgullo no lo admito en ese momento y ambos nos molestamos por la falta de “comprensión” (en realidad nos comprendemos muy bien).

Como ven lo que comienza como un juego, se puede llegar a volver en un inseparable amigo o mejor dicho enemigo. Por eso quiero terminar este artículo con estas palabras que como fumador te digo: “Déjalo ahora que estas empezando por que si continuas, dejarlo para mas adelante será más difícil”, para las personas que nunca han fumado solo les digo “No caigan en las redes del cigarro”.

He prometido que si este artículo se llega ha publicar en algún medio de comunicación escrito, voy ha dejar de fumar. Por eso si hay personas en una situación parecida a la mía y están leyendo estas líneas, quisiera que se unan a esta promesa: DEJAR DEFINITIVAMENTE EL TABACO, ANTES QUE SEA DEMASIADO TARDE, YA QUE NOS CONDUCE LENTA E INEXORABLEMENTE A LA MUERTE. Confío en que no sea una mas de las muchas que he hecho...
Datos del Cuento
  • Categoría: Hechos Reales
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