Esta es la historia de tres hormigas que eran amigas, juntas trabajaban en el verano para posteriormente disfrutar en el invierno el fruto de su trabajo. Como es sabido, siempre las hormigas andan en grupo, y lógicamente también trabajan en grupo, eso no tiene nada de extraño, lo extraño de este relato es que las tres hormigas que eran amigas y trabajaban juntas no eran de la misma especie. Había una hormiga amarilla, una hormiga negra y una hormiga roja. Sin embargo a pesar de tales diferencias podía decirse que efectivamente eran un equipo, un gran equipo. Juntas trepaban árboles, comían frutas, transportaban hojas, cavaban tierra; trabajaban y trabajaban, lo único que no hacían juntas era divertirse, porque las hormigas nunca se divierten. No se sabe si es que de tanto trabajar no tiene tiempo para la diversión ó es que para ellas el trabajo en sí es su mejor diversión.
Una tarde mientras recolectaban hojas se encontraron con un bachaco que también hacia lo propio, entonces las tres hormigas, cosa extraña en ellas, quisieron aprovechar que el bachaco ya había bajado una hoja del árbol de mango, y decidieron para abreviar el trabajo de ellas tomarla y llevársela entre las tres a su madriguera. Pero tuvieron que enfrentar la furia del bachaco que no estaba dispuesto a permitir la invasión de su territorio y a dejar que se llevaran su comida. La hormiga roja, que era la más brava, dijo a las otras dos –“lo voy a atacar de frente, ustedes dos ataquen los laterales, así entre las tres venceremos como un gran equipo”. Estas fueron las últimas palabras que pudo pronunciar; el bachaco la agredió frontalmente y con su potente aguijón la dejó muerta en el acto, ante la mirada asustadiza y cobarde de las otras dos hormigas que salieron huyendo dejando tras de sí, la hoja de mango y a su “amiga”, la hormiga roja, que yacía sin vida en la grama.