- ¿Por qué tienes que estarle contando tu vida al primer sujeto que se te acerca?
- No lo sé madre...
- Mira, hijo, si quieres contar algo, lo que sea, cuéntaselo a tu familia pero no a cualquier desconocido: Mira, vas a hacer que la gente se burle de ti... A ver, hijito, cuéntame, ¿qué te ha pasado hoy...?
Y así comencé a contarle una historia llena de fantasía, verdades, mentiras, con pinceladas de humor e ironía. Mi madre, sin mirarme y haciendo otras cosas, me escuchaba, pero, solo a medias...
- ¿Qué? ¿Eso te ha pasado hoy día?...
- Bueno, algo así mamá...
- Pero hijo… ¡Por qué te gusta mentir!... Mira, tengo que hacer. Y tú, en vez de pensar tonterías, ponte a estudiar, leer, rezar, lo que sea pero no estés publicando tu vida ni las de tu familia... y si no hay nadie a quien contarle tus tonterías, anda a tu cuarto, cierra la puerta y cuéntale a las paredes tus tonterías...
- Sí mamá…
Aquella noche decidí no salir a la calle. Me daba vergüenza. Sobre todo después de haber publicado la historia de un hermano muy lejano, hijo del primer compromiso que tuvo mi madre (cosa que es totalmente falsa, pero lo hice para llamar la atención de mis amigos)... Imagínense. Piensen. Suena el teléfono de mi casa, y mi padre contesta, y uno de sus amigos le cuenta aquella historia que yo había narrado a los hijos aquel señor... En verdad, era un mentiroso compulsivo, no podía controlarme, pero, esta vez, había llegado demasiado lejos... No me castigaron, pero mis padres me miraban mal…
Durante varias semanas no salí a la calle. Mi padre no me hablaba, tan solo se refería a mí como un idiota, un tipo que no sabía qué hacer con su vida... Mi madre pensaba diferente, tenía fe que algún día cambiaría. Lamentablemente, no fue así.
Encerrado en mí cuarto y aburrido de ver la televisión, una tarde tuve deseos de hablar con alguien, cualquier persona para expresar lo que sentía. Llamé a uno de mis amigos, pero todos se negaron. Me sentí peor que un perro. Me puse a caminar como un loco por mi cuarto, y entonces, recordé las palabras de mi madre: "Si quieres hablar con alguien… ¡Habla con las paredes!". Miré los pálidos muros de mi cuarto, con uno que otro cuadro de mis rockeros preferidos, una cómoda de madera, una cama, un velador, un espejo... Caminé hacia el espejo, me miré y no me gustó mi imagen… Bajé la mirada, y caminé hasta chocar con la pared. La miré y decidí hablarle. Me pareció estúpido, pero no tanto. Guiado por un impulso, me puse las manos en los bolsillos y sentí un lápiz, lo cogí, y sentí algo especial al estar frente a la pared con un lápiz. Me acerqué un poco más, como si la pared tuviera un imán sobre mí… y, con el lápiz, me puse a escribir. Y le conté todo aquello que sentía dentro de mí.
No recuerdo cuanto tiempo pasó, pero, mientras yo escribía sobre aquella pared, el tiempo dejó de existir. Ni el hambre ni el cansancio me molestaron. Fue mi madre que al ver que yo no había bajado a almorzar ni comer penetró en mi cuarto y, llena de asombro, me dijo si yo me había vuelto loco. Asombrada, llamó a mi padre y le mostró lo que había hecho. Toda la pálida pared estaba llena de mis garabatos. Había dibujos, cuentos, citas, ideas, historias, etc, etc...
Me llevaron a un psicólogo pues no sabían qué hacer conmigo. Luego de hablar horas con el doctor, este agradable personaje, les dijo a mis padres que me compraran una máquina de escribir y mucho papel, y que, en la próxima visita le llevara yo todo lo que había escrito. Eso hice desde que tuve aquella vieja máquina de escribir, y tanto me gustó entregarle mis escritos, que, hasta se los llevaba a su casa...
Han pasado muchísimos años. Mis padres y el doctor ya no existen. Estoy solo. No tengo amigos, pero, continúo escribiendo, pero ya no para cualquier persona ni la pared… no, ahora escribo tan sólo para mí. He conocido un universo, un mundo de personas, y todos ellos producto de una fuerza extraordinaria que me hace contarles lo que he observado día tras día, día tras día, y es, en verdad, tan hermoso, como esta pequeña mentira, como este sencillo cuento...
San Isidro, julio del 2005
Esta historia me ha resultado muy original y me ha atrapado. Además el final me ha dejado un tanto tocado, porque ya no sabemos donde está la línea entre la verdad y la mentira, o mejor dicho, la fantasía. Dichosas las mentes que son capaces de crear historias fantásticas. Un saludo.