Había subido al altillo a dejar algunas cosas, de esas que uno no se desprende rápido.
Cuando lo vi, me llamó la atención, no era feo, y sin embargo no estaba luciéndose en la sala.
Me costó alcanzarlo, cuando lo tuve en mis manos, lo soplé para sacarle la tierra y descubrí que mirándolo de cerca no lo entendía.
Lo alejé todo lo que mi brazo podía estirarse y otra vez me agradó.
Decidí que debía tener un destino mejor y bajé con el, dispuesta a encontrarle un lugar, recorrí el recibidor, la sala, el comedor y el estar, miraba las paredes y lo miraba a él, luego de ubicarlo en varios lugares, me convencí que el mejor lugar era frente al sillón grande de la sala.
Luego de limpiarlo y colgarlo me senté a mirarlo, ejercía sobre mi una extraña fascinación, trataba de desviar la mirada y a cada rato me encontraba otra vez con la vista clavada en él.
Desde lejos parecía una rara peregrinación de antorchas, rara porque daba la sensación que ascendían una cuesta, pero nada me lo indicaba, estaba bien conservado pese a los años que tenía, esto lo deduje por el estilo del marco. Era evidente me agradaba.
Cuando en la cena comenté lo que había hecho, mis tíos se miraron y fruncieron el ceño, al preguntar el motivo de ese gesto ninguno de los dos contestó algo coherente, como conclusión no le di mayor importancia.
Cada vez que entraba en casa, no podía evitar ir hasta la sala a mirarlo un rato, mis hermanos se reían y decían que estaba pidiendo disculpas por haberme ido, lo único que yo sabía era que tenía que cumplir con ese ritual, de lo contrario me sentía nerviosa todo el tiempo .
Luego de un mes, todo me obsesionaba al grado de dejar de cumplir con mis cosas para pasarme horas mirándolo.
Mis tíos lo quisieron sacar y yo reconozco que me enfurecí y para evitar mayores discusiones desistieron.
Ahora estamos juntos en el altillo otra vez, lo que escucho es que ya no saben donde buscarme y todos los meses, el día tres se repite la misma noticia: “quién pueda dar datos del paradero o quién haya visto a esta persona tenga a bien comunicarse con..........” y yo grito hasta enronquecer pero no me escuchan, no se como hacer para decirles que estoy aquí, dentro del cuadro, que ahora se que esta peregrinación no es más que una chusma enfurecida que me lleva a la hoguera.