No recuerdo quién me contó, pero si sé que me impactó, por lo insólito, lo extraño y porque cuando uno está predispuesta a esperar un determinado final, todo lo que lo varíe entusiasma.
Resultó que ella lo conoció, o al menos supo de su existencia al regresar de casa de su amiga, luego de haber salido a cenar, como todos los viernes.
Llegó algo desvelada y como siempre se conectó a su chat favorito, solo que ese día no estaban sus amigos y decidió navegar por diferentes salas.
En una encontró un nombre que la atrajo, bueno, puede decirse que hubo una atracción simultánea, porque el cruce de mensajes y sus respuestas fue tan caótico que derivo en risas y nuevas preguntas con mas tiempo.
A ella le atrajo su nombre, a él que esas iniciales no pertenecieran a su nombre real.
Hablaron y escribieron sobre temas comunes, y poco a poco, se dieron cuenta que tenían ideas similares, respecto de la vida, la ironía, la forma de actuar frente a determinadas situaciones, la música y en especial la sinceridad frente a todo proceder.
Estuvieron escribiendo mensajes hasta darse cuenta que había amanecido y que los dos morían de ganas de un café y que el cansancio estaba empezando a hacer estragos en la vista de ambos.
Se sintieron tan cómodos estando juntos que se dieron sus respectivos teléfonos y quedaron en comunicarse, y de hecho lo hicieron, se fascinaron al darse cuenta que no vivían tan lejos el uno del otro, y así sin problemas, se comunicaron telefónicamente todos los días hasta que un día él decidió que si no había problemas, se encontraban para verse y pasar la tarde juntos.
Estuvieron juntos desde, apenas terminado el almuerzo hasta casi la madrugada siguiente. Ella regresó según me contaron, muy contenta, se la veía feliz, como hacia mucho que no se la veía, no paraba de contarle a sus amigas la clase de persona que resultó ser él, decía que no sólo era lindo físicamente sino que había encontrado una persona con quién podía hablar de todos los temas, hasta habían descubierto que los atraían las mismas diversiones, y les mostraba a quien quisiera verla, la instantánea que se habían sacado en las maquinas esas que trabajan solas, que hay en el tren de la costa en San Isidro..
Quedaron en volver a llamarse y ella tuvo un ataque de timidez, que fue venciendo poco a poco y frente al no llamado por parte de él, antes de transcurrida una semana de haberse visto, llamo al teléfono que él le había dejado.
El teléfono sonó y la voz de una señora mayor respondió, entre confusa y horrorizada, cuando ella pidió hablar con él. Del otro lado le dijeron que no se burlara del dolor de dos viejos. Ella pidió disculpas y explico que un amigo de ella, cinco días atrás le había dado este número para llamarlo y volver a salir.
La señora le explicó que el nombre era el de su hijo, pero que no podía pasarle la comunicación, porque cinco días
atrás se habían cumplido cinco años de su muerte, en un accidente, un domingo a la tarde cuando volvía de estar con su novia.
Ella trató de explicar, de disculparse, de llevar la foto a la señora, para corroborar que no hablaban de la misma persona.
Todo resultó inútil: ”El-enviado”, es el mismo Daniel Pérez del Cerro del que le habló la señora, que la atendió por teléfono.
Ella dice que si alguien lo encuentra en algún chat, que le pasen el teléfono de ella, que quiere hablar nuevamente
con él.
Todas las noches lo busca en distintas salas, pero “El enviado” no está, nadie entra con ese nick, sólo está confiada en una loca idea que se le cruzó en la cabeza; espera encontrarlo cinco días antes del próximo aniversario de su muerte, tal vez la visite otra vez.