En un inmenso bosque poblado de distintas especies, cada uno en su hábitat, permitía disfrutar a cada uno, la naturaleza en todo su esplendor. Allí convivían herbívoros, depredadores y carroñeros en una perfecta armonía, aunque siempre con algunas discrepancias que finalmente se sorteaban.
Un buen día una ardilla en su ágil desplazamiento se detuvo al pie de un árbol, y encontró un libro; era un libro de cuentos que abría sus páginas al paisaje para el deleite y disfrute de cada uno de ellos.
Y así días tras días fueron llegando más y más especies, que hacían interminables horas de lectura de aquel libro de cuentos que un día había encontrado la ardilla.
Las páginas de aquel libro cada vez se deterioraban más y más, pues las huellas del maltrato hechas por colmillos, garras y pezuñas de sus consecuentes visitantes iban borrado lentamente su encanto literario.
Parece que ya nada podía hacerse para devolver a aquel hermoso libro, la elegancia de los primeros días; y entonces ocurrió lo que nadie quería que ocurriera y que irónicamente todos sabían que iba a ocurrir…
Y así un mal día muchos lectores de aquel libro se fueron retirando poco a poco de su ávida lectura, fueron perdiendo su fe y su interés en el libro que una vez fue hermoso y había comenzado ha tomar tinte de vulgaridad, con mensajes ásperos, lleno de intriga y maldad, quedando a merced de una jauría que se adueñaron de él, el cual irremediablemente, más temprano que tarde iría a dormir en el desván del tiempo, con sus páginas desgarradas y cubiertas de tela de araña donde quedará como un recuerdo en el corazón de muchos de los habitantes de aquel inmenso bosque, que nunca más volvieron a leerlo con el mismo cariño ni con la misma dedicación..