Eran las siete de la mañana, hora en la que yo me despierto.Parecía un día normal, lo que no sabía era que ese día iba a cambiar una parte de mi vida. Cogí la tostada y me la comí rápidamente. LLegué al colegio y me coloqué en la fila, entonces ví que una de mis compañeras estaba preocupada, me acerqué a ella y le pregunté qué le pasaba y me preguntó que si quería seguir colaborando con el apadrinamiento del niño de África. Yo, por supuesto, le respondí que sí, pero seguía preocupada.Nadie quería participar en el apadrinamiendo.Me dio mucha pena porque a pesar de que yo estoy repitiendo curso cuando llegué a mi clase todos los niños estaban colaborando. De vuelta a casa no hacía más que pensar en ese niño y de repente se me ocurrió una idea. Corrí rápidamente a mi casa, fui directamente a mi cuarto y rompí mi hucha con todos mis ahorros para el viaje de fin de curso, pero eso ya me daba igual, ahora tenía que invertirlo en una causa más importante. Conté todos mis ahorros, pero con desilución vi que me faltaban nada más ni nada menos que cien euros. El niño vivía en un pequeño pueblo al norte de África llamado Dassanetch. Ahora mi mayor preocupación era cómo conseguir los cien euros. Entonces se me ocurrió una idea. Como yo toco el piano y tengo una amiga con una voz impresionante dimos un pequeño concierto venéfico en la pequeña sala de actos de mi colegio, todo el dinero que se recaudo fue para el viaje y sus gastos. Cuando ya conseguí el dinero necesario dispuse para ir al aeropuerto para sacar el billete de avión más próximo, el vuelo era a las 20 h del dia siquiente, volvía a casa y lo prepare todo con mucho empeño para que no me faltase nada. Después de surcar el mar mediterráneo para ir a África decidí descansar un rato y seguidamente ponerme a buscar al niño, después de varias horas sin rumbo fijo una mujer me indicó el camino. Cuando llequé me dio pena ver la situación en la que vivían. Era una pequeña chabola de pocos metros cuadrados y el suelo cubierto de arena. al fondo de un estrecho pasillo estaba la hermana del niño que con mi misma edad estaba haciendo la comida para toda su familia, En un pequeño cuarto, a la derecha, estaba el niño jugando con un pequeño y viejo coche de juguete, pero a pesar de la pobreza que vivía y las condiciones de vida que tenían, éran felices. Me acerqué al niño y le pregunté cómo se llamaba, tenía un nombre precioso, aún lo recuerdo, se llamaba Daren. Apenas tenía 5 años, Entonces lo cogí de las manos y le dí mi manta favorita, para que no tuviese frío por las noches, le dí unos libros y lápices para que aprendiese a leer y escribir, le dí una camiseta y unos pantalones nuevos para que no se pusiese enfermo, le dí unos zapatos nuevos para que no se raspase con las piedras al andar, le dí un coche de juguete nuevo para que siempre tuviese una sonrisa en la cara y por último le dí un colgante de oro con forma de corazón y le dije cuídalo bien y recuerda siempre, se bueno, comparte las cosas que tienes, valora a las personas por lo que son y no por lo que tienen, y recuerda sonríe ante tus dificultades, es la mejor forma de afrontarlas, si haces esto seras feliz. Cuando volví a mi pueblo ya era tarde, y me acosté feliz porque había un niño al otro lado del mar mediterráneo que tambié lo era.