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Un par de cuentos cortos

Cuento 1

Ya casi agotado de tanto esperar, pensó que quizás todo había sido un gran error. ¿Quién podría creer en una niña que, cada vez que lo encontraba, le decía: “¿Eres mi padre?”.

Todas esas inquietudes acompañadas de su soledad, sus años y su pobreza, le ayudaron a creer, bueno, a volver a creer, pues hubo un tiempo, cuando joven, en que creía en las personas… pero ahora ¿Sería verdad aquellas palabras, aquella niña podría ser su hija?

Quizás fue la necesidad de tener compañía, o el de escuchar de cerca y en el día a día aquel rostro tierno llamándolo: “Si papá, no papá”. Lo cierto fue que una tarde, caminando por la orilla del río, decidió que aceptaría a la niña, y la llevaría a su hogar para cuidarla, quererla y escucharla decir: “Papá”.

Pero, como todas las cosas que se anhela y espera, todo terminó antes que empezara. Cierto que la espero por muchas horas, y cierto fue también que durante semanas y meses iba a la orilla del río a encontrarse con aquella niña de rostro tierno para llevarla a su hogar, pero cierto fue que nunca volvió a encontrarla.

“Quizás todo fue un sueño – se dijo el anciano - Sí, claro, un lindo sueño… Quizás, el más hermoso de todos…”.

Más tranquilo por aquel entendimiento que ahogaron para siempre toda su ansiedad, se sentó bajo la sombra de un árbol y se puso a escuchar el canto del río. Y mientras él disfrutaba de aquella belleza, la niña de rostro tierno, le observaba desde ya muchos meses, y desde lo alto de aquel árbol, diciéndose a sí misma: “Sí, él es mi padre…”


Paris, Octubre del 2004.

Cuento 2

No sé por qué siempre que veía a mis padres, los encontraba peleando como perros. Yo me sentía como esos tristes espectadores pues amaba a ambos. Sin embargo, cuando cada cual, después de la pelea, preguntaban si yo deseaba irme a vivir con uno de ellos, el calvario aumentaba. Parecía que el signo de interrogación se transformaba en cuerda, ahorcando toda mi existencia.

Por eso que, cuando aquel día en que llegué a mi hogar y encontré a mi madre tirada en el suelo con la cara embarrada de sangre y con la tapa del cráneo abierto… y a mi padre con los ojos abiertos mirando a un lugar mas allá de los vivos, y con un hueco en el centro de la frente como si le hubiera surgido un diminuto volcán botando lava roja… sentí que nunca mas volverían a angustiarme con sus preguntas, dejándome totalmente solo en la tierra… Lo cierto fue que antes de gritar y avisar al mundo entero mi desgracia, me acerqué a los dos, y así como estaban, junté sus cuerpos y los hice abrazarse… Luego, llamé a la policía diciendo que mis padres se habían matado por mi culpa. Colgué el teléfono, cogí la pistola que estaba en la mano de mi padre, me eché en medio de sus cuerpos muertos y, mirando el humo que aún salía del arma, me disparé en la cabeza…


Paris, Octubre del 2004.
Datos del Cuento
  • Autor: joe
  • Código: 12513
  • Fecha: 29-12-2004
  • Categoría: Sin Clasificar
  • Media: 5.99
  • Votos: 69
  • Envios: 0
  • Lecturas: 1838
  • Valoración:
  •  
Comentarios


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1 comentarios. Página 1 de 1
skayla01985
invitado-skayla01985 20-03-2006 00:00:00

me gustó mucho el primer cuanto, el segundo está ya algo más triste aunque en ambos finales no se encuentra una mezcla completa de felicidad, eres de los que crees que la realidad no es más tristezas que alegrías?

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