Capitulo 1 “Bienvenido al Infierno”
Tenía diez años, mi hermana ocho. Nuestro padres debían viajar así que decidieron internarme en el Colegio de Salesianos “Don Bósco” y a mi hermana en el colegio de monjas “Mamá Margarita”.
Yo, proveniente de Buenos Aires no era bienvenido en la provincia de Corrientes donde la mayoría de los internos eran correntinos o entrerrianos.
El malestar provenía de los enfrentamientos entre Buenos Aires y las demás provincias en los comienzos de la patria. Esa rivalidad se mantenía a pesar de que aquellos hechos hubieran acontecido en épocas tan lejanas.
Mi papá y mi mamá me llevan. Me dan una valija, una manta, y dos juegos de sábanas, fundas de almohada, un cepillo de dientes, una pasta dental, un jabón y una toalla de baño, mis cuadernos, libros y lápices.
Se despiden de mi. Mi mamá con lágrimas en los ojos me da un beso, mi papá la mano.
Mi papá – Pórtate bien sino... ya hablaremos.
Casi no puedo con todo eso. Tengo que llevarlo hasta el dormitorio en el piso alto.
Me asignan una cama y una taquilla donde apenas caben las cosas.
El cura me dice – Debes hacer tu cama.
Joaquín – Señor, yo no sé como se hace.
El cura – Lo primero que debes poner es la sábana... bla... bla... bla...
Voy a clases... miradas hostiles... soy “el porteñito”.
Luego de las clases debemos formarnos en fila y me enseñan a numerarme.
Luego debemos ir a higienizarnos y peinarnos para entrar al comedor.
La comida es donada por el regimiento y viene con gusanos y moscas.
Durante tres días solo como el pan.
Me duele el estómago de hambre todo el día.
Después del almuerzo tenemos recreo.
Luego vamos a unas aulas especiales solo para estudiar. No permiten ir al baño.
Tizas, trozos de papel en bolitas, todo llega a mi cabeza.
Son los “pesados” (los más bravucones) dándome la bienvenida.
Una voz – “Porteñito”... ya verás lo que te espera.
Dos de la mañana. Seis o siete me atacan en mi cama.
Me ponen una manta en la cabeza y llueven puñetazos y patadas cuando caigo al suelo.
Se van.
Me levanto adolorido. Sangra mi boca y mi nariz y me duelen las costillas.
Dejo las sábanas ensangrentadas sobre la cama y voy al baño a lavarme la cara.
Vuelvo, armo mi cama y me acuesto.
(Continuará)
"Un pequeño niño llamado...Joaquín" (Joaquín Ledo) Hay recuerdos que al ponerlos en palabras,se acomodan en el alma y duelen menos...Envidiable...o admirable que puedas hacerlo... Pau 2 P.D.:Los salesianos...otro punto en común...