Un pequeño niño llamado... Joaquín
Capítulo – 3 “Sábado... salgo a cazar lobos.”

Durante el fin de semana se levanta la suspensión de recreos para continuar el lunes venidero.
Hoy es sábado y muchos reciben visitas. Otros son llevados a casa de tíos, amigos, etc.
Yo no tengo visitas. Así que me lavé, me vestí y me peiné para deambular solo por el patio.
Noto que en aquella oficina hay una cola de chicos. Voy pregunto que hacen. Ellos me responden que van a retirar dinero. Ese es el día y el horario.
¡Maravilloso! Pediré para comprar en el kiosco el jabón y la pasta de dientes y el sándwich de salame y queso que los chicos se compran en los recreos y una botella de refresco.
Llega mi turno...
El cura - ¿Cómo te llamas?
Joaquín – Me llamo Joaquín.
El cura – Joaquín... ¿qué?
Joaquín – Joaquín Ledo señor.
El cura - ¿Cuánto vas a retirar?
Joaquín – No sé. Lo suficiente para comprar un cepillo de dientes, una pasta dental y un jabón... también para un sándwich de salame y queso y un refresco.
El cura verifica la lista.
El cura - No estás en la lista.
Joaquín – Pero si yo vivo aquí... soy el “77”.
El cura – Pero tus padres olvidaron dejar dinero para ti...
¡El que sigue...!
Sin dinero no podré comprar nada. Tampoco podré jugar al “metegol” porque las fichas hay que comprarlas.
Sin dinero, sin visitas, sin amigos... ¡Maravilloso! Se parece al paraíso cuando solo estaba Adán.
Pienso en mi hermana que supongo estará triste... como yo.

Deambulando por ahí veo que en un hall de la entrada hay unas bolsas con el nombre de algún chico.
Pregunto y me dicen que ellos dejan allí la bolsa con la ropa sucia y a los dos días se la traen lavada y planchada.
¡Es lo que necesito!
Voy al dormitorio y junto toda mi ropa sucia y las sábanas ensangrentadas. Meto todo en la bolsa y la llevo al hall.

Noto que la “manada de lobos” está reducida... algunos de ellos (incluyendo al gigantón) no están. Vinieron a buscarlos sus parientes.
Esto está mejorando. Hay más paz...
Creo que me apresuré a hablar. Veo que uno de “ellos” le está quitando dinero a un niño que acaba de salir de la oficina.
Más tarde me entero que “ellos” les quitan la mitad de lo que sacan y hasta el próximo sábado están “protegidos”, no se meten con él.
Pasa el sábado y al dormitorio. Luego que nos acostamos prenden una luz verde y un cura se pasea durante unos treinta minutos.
Se va.
Comienzo mi guardia. Espero a que alguno de los lobos pase para el baño. Veremos entonces quien es lobo y quien oveja.
Pasa un chico pero no es “lobo”... es borrego.
Treinta segundos después van dos “lobos” al baño.
No me gusta... el “borrego” no volvió.
Estoy en pijamas pero me pongo el calzado deportivo por
si tengo que hacer “ejercicio”.

Abro la puerta del baño. El baño es amplio con varias duchas y varios inodoros con puerta y orinales contra la pared de esos que terminan en canaleta en el piso.
Uno de ellos tiene al “borrego” y le tapa la boca. El otro lo golpea en el estómago y trata de quitarle la pijama.
El “borrego” no puede con ellos pero lucha.
Joaquín - ¡Disculpen! Voy a unirme a su “fiesta”.
Sonríen.
Me acerco lentamente. Uno ya me ve con desconfianza... es tarde.
El que sostiene al “borrego” es mi primer blanco por tener las manos ocupadas.
Le doy el primer puñetazo en la sien.
Pierde el equilibrio y cae de rodillas soltando al “borrego” que se enfrenta al otro.
Arrodillado está a la altura ideal para la patada.
No me privo... con el empeine lo pateo en la boca y nariz.
Cae y se revuelca con las manos en la cara.
El “borrego” sabe mi nombre – Joaquín... ayúdame.
Doy un vistazo rápido y veo al “lobo” encima del “borrego” arreciando puñetazos.
Corro hasta ellos y patada en la oreja recibe el desgraciado.
Mejoran las posibilidades del “borrego”... que ya no lo es.
Vuelvo antes de que reaccione el otro que parece estar pasando revista a sus dientes. Sangra bastante por la boca y nariz.
Está recostado sobre los codos.
Como vengo... salto y aterrizo sobre su pecho con todo mi peso.
Me levanto... el tose.
El blanco ahora son sus testículos... ¿Por qué no? puntazo seco.
Se retuerce llamando a su “mamita” y también se acuerda del buen Dios - ¡Ay mamita!... ¡Ay Dios mio!...
Repite la frase.
Quiero darme el gusto de reventarle un puñetazo. Se lo pego en un ojo con todo.
La cabeza le suena contra el piso. Queda aturdido. Lo arrastro de los pies y lo acuesto en los orinales.

El “borrego” - ¡Joaquín...!
Otra vez el “lobo” en ventaja.
Me acerco. Él se para como un rayo y me da un puñetazo que me hace retroceder.
Me pone furioso y arremeto tumbándolo. Quedo encima y por un segundo cierra los ojos como queriendo “amortiguar” la caída.
Me quito sus manos que se aferran a mi pijama y le doy un frentazo en la cara.
Fin del combate.
Todos estamos sangrando.

Entre los dos lo acostamos junto a su amigo... en los orinales.
Nos damos las manos – Soy Joaquín... ya lo sabes.
El “borrego” – Soy Sergio y gracias.
En nuestras miradas cerramos un “pacto de amistad”.
Nos lavamos las caras y nos vamos.


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Fondo Musical: "Bailando con lobos"