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Un plato de comida

Hubo hace mucho tiempo una niña que gustaba de preguntarle a todo el mundo qué cosa les podría hacer más felices a las personas.
Le preguntaba a su abuelo: abuelo, ¿qué cosa te haría ser más feliz? y el abuelo con los ojos enrramados contestaba: que regrese tu abuela niña, eso es lo que me haría más féliz. La niña al recibir la respuesta se quedaba muy quieta junto a él y durante unos instantes lloraba.

A veces le preguntaba a su madre: mami, ¿qué cosa te haría ser más feliz? a lo que la madre sin dudarlo un momento contestaba: que toda la familia estemos siempre muy unidos y acompañados. Entonces la niña al recibir esa respuesta se quedaba muy quieta junto a su madre y lloraba. Su madre no entendía su comportamiento y siempre le decía ¿qué te entristece hija? Pero ella nunca le contestaba.

Otros días le preguntaba a su padre: Y a tí papa, ¿qué cosa te haría ser más feliz? a mi hija lo que más feliz me haría es verte siempre feliz, riendo y que no llores nunca, le decía el padre con intención. Y la niña, al recibir esa otra respuesta se quedaba junto a su padre muy quieta y de nuevo lloraba.

Y así aquella niña le iba haciendo, a cuantas personas conocía, aquella extraña pregunta. Y al recibir la respuesta siempre su comportamiento era el mismo, se quedaba quieta junto a la persona a la que le preguntaba y lloraba.

Su familia no comprendía porqué aquella niña hacía esa pregunta y luego al recibir una bella respuesta siempre lloraba, no entendían qué le sucedía a aquella niña pero cuando le preguntaban por su actitud ella nunca les decía nada, solo callaba.

Un buen día acertó a pasar por enfrente de su casa un niño, de aspecto harapiento y abatido, en su rostro reflejaba el peso de muchos problemas, de muchas andanzas, de muchas espaldas en la vida. Aquella niña al verle se acercó hasta él y en vez de saludarle cortesmente le hizo su pregunta: hola, dime, ¿qué cosa te haría ser más feliz? Aquel niño se quedó mirando unos instantes a la niña que le preguntaba y un poco avergonzado le dijo: lo que me haría más feliz... lo que me haría más feliz es un plato de comida. Soy huérfano y voy recogiendo de puerta en puerta lo que las personas quieran darme de comida.

Entonces la niña abrió mucho los ojos y con una amplia sonrisa le dijo al niño: ven, ¡¡hoy comerás con nosotros!!

Al entrar en la casa la niña de la mano de aquel niño los padres se quedaron boquiabiertos. ¿Quién es esta persona hija? ¿de qué le conoces, es amigo tuyo? Y la niña con los ojillos brillantes de ilusión solo contestó: no, no le conozco de nada, pero es alguien que tiene hambre.

Los padres al escuchar esa respuesta se quedaron conmovidos viendo el aspecto del muchacho y viendo la felicidad de su hija, pues nunca la habían visto así, juzgaron que hacer una buena obra con aquel niño, sin saber bien porqué, le hacía mucho bien a su hija y todos se sentaron a comer a la mesa.
Al terminar de comer la niña le dijo al niño: ¿vienes mañana a comer con nosotros? ¿sí? ¿quieres?, por favor, ven...
El niño un poco confuso le dijo: no sé, no quiero abusar, no sé si está bien, no sé si tus padres querrán...
Pero los padres viendo que su hija estaba tan contenta le insistieron, ven de nuevo a comer, le dijeron, nos encantará verte de nuevo.

Y así fueron pasando los días y aquel niño puntualmente tomaba su comida en casa de los padres de aquella niña, luego tras la comida regresaba al orfanato. Con el tiempo el niño en aquellas comidas cogió confianza con aquella familia y comenzó a hablar de su pericia en arreglar coches, de sus conocmientos de piezas viejas de motor, pues durante un tiempo había vivido a cargo de una familia adoptiva cuya pasión eran los coches antiguos y cómo, en pago de su estancia, él ayudaba a tener aquellos vehículos siempre en perfecto estado.

Casualmente el hermano del padre de la niña tenía un negocio de coches usados y le propuso al niño trabajar con él. Y así fue como poco a poco aquel niño se fue convirtiendo en un joven, acogido por el calor de aquella familia. Pasado un tiempo mayor el cariño y confianza hacia él se instalaron definitivamente en el corazón de aquella familia que ya lo trataba como a un hijo y decidieron adoptarle legalmente para que viviera con ellos.

Un buen día cuando ambos niños ya eran adultos y llevaban vidas independientes, en una cena en casa de la mujer, ella le dijo a él: una vez cuando eras pequeño te pregunté que te haría más féliz y tú me dijiste: un plato de comida. Si te preguntara ahora qué te haría más feliz, ¿qué me responderías? el chico se quedó mirando a los ojos de la joven y con una enorme sonrisa reflexionó de esta manera: hace años cuando me preguntaste qué me haría más feliz yo no me atreví a decirte que mi mayor deseo era poder tener una familia que me acogiera y me quisiera, en su lugar como mi estómago estaba protestando te dije que lo que más feliz me hacía era un plato de comida. Te pedí ese plato de comida y tú me diste la oportunidad de comer caliente el resto de mi vida. Me acogiste en tu familia que me trató en aquellas comidas como a un hijo más, me dio calidez y con el tiempo me proporcionó estabilidad emocional e incluso un trabajo para poder valerme por mi mismo. He vivido desde que te conocí siendo una persona feliz y tú me preguntas ¿qué me haría más feliz ahora?? yo te contesto, sin dudarlo ni un instante: un plato de comida.

La mujer sonrió ante la respuesta y entonces el hombre prosiguió diciendo: quisiera yo ahora preguntarte: cuando eras pequeña le hacías esa pregunta a mucha gente y tus padres me dijeron que al recibir la respuesta siempre llorabas, siempre he querido saberlo, ¿porqué no lloraste cuando te dí la mía?

La mujer con una gran expresión de felicidad le contestó: porque tu deseo sí que lo podía cumplir.

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Moraleja:

Para ser feliz hay que pedir y dar cosas sencillas.
Datos del Cuento
  • Categoría: Educativos
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Comentarios


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4 comentarios. Página 1 de 1
Lébana
invitado-Lébana 30-10-2006 00:00:00

la moraleja. Has hecho muy bien recordándonos que en lo más sencillo está la felicidad. Preciosa historia. Un beso. Ana

María Eugenia
invitado-María Eugenia 17-10-2006 00:00:00

Lagrima Azul: Muchos dejan pasar ese momento de cumplir un deseo a alguien y hacerlo feliz, sin darse cuenta cuanta felicidad para sí dejan pasar. Es hermoso ver como los padres apoyaron a su hija en su alegría de dar. Tremendo ejemplo ... una gran lección. shhhh !quieres postre !!!!!

Ma.Witer
invitado-Ma.Witer 16-10-2006 00:00:00

Las lágrimas y aún las palabras en mi, quedarían cortas, para expresarte mis sentimientos por tus encantadores relatos. Ese manjar de tu cuento lo he tomado para mi espíritu, para todo mi ser que se llena al leerte y se hincha mi corazón con tu mundo reflejado en tus expresiones que, me hicieron derramar lágrimas, casi intentando ser azules.

Angel F. Félix
invitado-Angel F. Félix 15-10-2006 00:00:00

Cristina, me has llegado al corazón, es tan hermoso y convincente que sería muy puesto en razón que lo imitara toda la gente. (“Un plato de comida”, de Lágrima Azul) Mis 10**********

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