Para Sara, por enseñarme que la rosa crece en el en el páramo y el amor en cualquier parte.Mi rosa, mi amiga.
Fue uno de esos días que parecen hechos a medida, el sol perfectamente colocado luciendo su esplendor de primavera y regalando su calidez al paisaje. En el ambiente se respiraba un cierto aire de encuentro importante, el presagio de un descubrimiento, así que reconozco que no me sorprendió en absoluto encontrarle en un lugar que en otras circunstancias me habría parecido poco apropiado, por no decir imposible.
El primer diálogo fue banal, no podía ser de otro modo, sin embargo mi corazón palpitaba al ritmo de la música que se adivinaba tras sus palabras.
Nuestros primeros encuentros fueron esporádicos, productos del azar, pero cada vez me resultaban mas necesarios y los esperaba fervientemente. Cada nueva confesión, cada nueva revelación del ser que se escondía tras el parpadeo de la pantalla representaba una diminuta incursión a un mundo aun por explorar, sin embargo esta vez la historia era distinta, porque era yo la conquistada, porque era mi alma la que se estaba dejando colonizar por ese nuevo mundo sin darme a penas cuenta.
Mi admiración por su interior fue creciendo al mismo ritmo en que descendía mi interés por su aspecto exterior, hoy ya ni siquiera trato de imaginar como será, es tanta esencia la que un alma puede aportar a la vida que todo lo demás carece de importancia.
Tuve miedo, aun lo tengo, no es fácil aceptar que el aspecto nada tiene que ver con los sentimientos, porque aunque es una frase recurrente la de "la belleza esta en el interior" uno no es capaz de reconocer esta verdad hasta experimentarla en su propio ser.
Y lo mejor de todo, es que esto no es ni siquiera un cuento, es un hecho que ocurre con frecuencia a muchas personas y que yo tuve la suerte de que me ocurriese a mi.
Tal vez nunca lleguemos a encontrarnos físicamente, tal vez nunca saltemos esa barrera de lo virtual para abrazarnos como si nos amaramos, es posible que nunca nos quitemos nuestro disfraz de nombres y paisajes, que esa mentira que recubre nuestro espíritu siga haciéndose pasar por la verdad, pero aun así, siempre será una verdad fingida, porque como dijo el maestro Federico Fellini "nuestros sueños son nuestra única realidad"
Fue uno de esos días que parecen hechos a medida, el sol perfectamente colocado luciendo su esplendor de primavera y regalando su calidez al paisaje. En el ambiente se respiraba un cierto aire de encuentro importante, el presagio de un descubrimiento, así que reconozco que no me sorprendió en absoluto encontrarle en un lugar que en otras circunstancias me habría parecido poco apropiado, por no decir imposible.
El primer diálogo fue banal, no podía ser de otro modo, sin embargo mi corazón palpitaba al ritmo de la música que se adivinaba tras sus palabras.
Nuestros primeros encuentros fueron esporádicos, productos del azar, pero cada vez me resultaban mas necesarios y los esperaba fervientemente. Cada nueva confesión, cada nueva revelación del ser que se escondía tras el parpadeo de la pantalla representaba una diminuta incursión a un mundo aun por explorar, sin embargo esta vez la historia era distinta, porque era yo la conquistada, porque era mi alma la que se estaba dejando colonizar por ese nuevo mundo sin darme a penas cuenta.
Mi admiración por su interior fue creciendo al mismo ritmo en que descendía mi interés por su aspecto exterior, hoy ya ni siquiera trato de imaginar como será, es tanta esencia la que un alma puede aportar a la vida que todo lo demás carece de importancia.
Tuve miedo, aun lo tengo, no es fácil aceptar que el aspecto nada tiene que ver con los sentimientos, porque aunque es una frase recurrente la de "la belleza esta en el interior" uno no es capaz de reconocer esta verdad hasta experimentarla en su propio ser.
Y lo mejor de todo, es que esto no es ni siquiera un cuento, es un hecho que ocurre con frecuencia a muchas personas y que yo tuve la suerte de que me ocurriese a mi.
Tal vez nunca lleguemos a encontrarnos físicamente, tal vez nunca saltemos esa barrera de lo virtual para abrazarnos como si nos amaramos, es posible que nunca nos quitemos nuestro disfraz de nombres y paisajes, que esa mentira que recubre nuestro espíritu siga haciéndose pasar por la verdad, pero aun así, siempre será una verdad fingida, porque como dijo el maestro Federico Fellini "nuestros sueños son nuestra única realidad"
es precioso tu cuento, sí, muchas veces nos damos cuenta que aunque no podamos estar físicamente con alguien, sus palabras, su manera de hablar, sus caricias..., nos transmiten "buena onda", lo malo es que estas personas si les veríamos físicamente, ¿serían las mismas?. Un abrazo amiga mía, y el deseo de que sí sean las mismas.