Era día lunes y estábamos en la ceremonia de honores a la Bandera, cuando Jorge me tiró un codazo y me preguntó:
-¿Oye, para qué saludas a la bandera?, ¿ qué caso tiene?
Yo de pronto no supe que contestar, si acaso alcancé a decir
-Pues . no sé . es lo correcto.
Sin embargo, esa pregunta me hizo reflexionar sobre esta cuestión, ¿qué caso tiene que todos los lunes, en todas las escuelas se hagan estas ceremonias y se le rindan honores? ¿No estará ya choteado?
Pasaron varios días, me puse a investigar en mis libros de historia pero no quedé satisfecho. Seguía teniendo esa sensación de incertidumbre que no podía resolver.
Se llegó diciembre y con ello las vacaciones, mis papás viajaron al estado de Morelos donde vivieron mis abuelitos. Allí vivía aun un anciano familiar de ellos, Don Timoteo, que también nos frecuentaba cuando llegábamos con la familia. Fue en esa ocasión cuando reunidos una tarde nos platicó acerca de su vida, él era un campesino oriundo de Cuautla, vivió pobremente, sus padres murieron siendo pequeño, por tanto tuvo que ser criado por su abuelo Teodoro. Nos narró la vida difícil y violenta del México de esos tiempos, sobre todo la de su abuelo, que fue un gran soldado del Ejército del Sur, por su gran valor y hazañas llegó a tener el grado de Capitán entre las fuerzas zapatistas. Sin embargo, la Revolución terminó y con ello su investidura militar. Volvió a la parcela y se integró a la vida normal. Timoteo pudo asistir a la escuela primaria y después siguió los pasos de su abuelo en el campo. Mi papá intrigado le preguntó
- Pero, Don Timoteo, ¿a su abuelo no le dieron alguna recompensa por haber peleado al lado del General Zapata, o por haber hecho triunfar la Revolución?.
Don Timoteo no contestó luego, se quedó callado, y como si le costara trabajo dijo:
-Mire señor, mi abuelo me entregó algo que conservo con mucho cariño y orgullo, que para mi tiene una valor incalculable, es por lo que él luchó toda su vida y me lo dejó antes de morir.
-Algún tesoro.? -interrumpí yo.
Don Timoteo se sonrió y dijo
- Noo muchacho, algo que vale más que eso, mi abuelo combatió en el ejercito zapatista por convicción y amor a su patria. En la batalla de Tezayuca de la Sal contra las fuerzas federales, sufrieron una cruenta derrota y se replegaron a la sierra, mi abuelo salió herido de una pierna, el General Zapata sufrió una herida en el pecho que podría ocasionar su muerte, el General llamó a mi abuelo y le pidió continuar por la causa revolucionaria y en caso de su muerte que él continuara luchando por los principios de Tierra y Libertad, en ese momento, el General le entrega a mi abuelo una reliquia, un trozo de tela mal cosida con el aspecto de la bandera, siempre la traía consigo el General, ello simbolizaba el compromiso de lucha, el deseo de transformar la sociedad para el beneficio de los pobres de México. Pasó el tiempo, Zapata fue traicionado, la Revolución concluyó y mi abuelo regresó a su pueblo. Cuando llegó el día de su muerte, me habló y me hizo entrega de ese lienzo, para que lo cuidara y lo conservara como un símbolo de amor y entrega a la patria, un trozo de tela que para muchos, el día de hoy, tal vez no vale nada, pero para mi y mi abuelo –y a Zapata- significa mucho. La bandera es el símbolo de unidad, de lucha, de conservar el valor frente a la adversidad, de mantener, por encima de intereses personales, el amor a la patria. Eso vale más que un tesoro.
Las palabras de Don Timoteo, me calaron hondo, ahí estaba la respuesta a mi pregunta. Por eso debemos venerar a los símbolos patrios, a nuestra BANDERA NACIONAL, porque refleja la lucha de nuestros antepasados, por una vida digna y justa que ahora nosotros disfrutamos y no sabemos apreciar.