-¿Sabes la noticia?
-Que te ha tocado la lotería.
-Que más quisiera.
-Pues, ¿si no me la dices...?
-Que me voy a separar.
-¡No...! Pero si siempre dices que estás tan enamorado de tu mujer.
-Y lo estoy.
-Chico, no entiendo nada... Y ella ¿lo sabe?
-No. Aun no se lo he dicho....
-No lleváis ni medio año de casados, ¡y ya piensas en separarte? El motivo tiene que ser muy grave...
-Y lo es
-Anda, explica de una vez que me tienes confundido...
-Pues muy sencillo: que cuando nos casamos, practicábamos el amor en cualquier lugar y momento. Siempre la encontraba dispuesta y tan hermosa, que yo me sentía en la gloria...
-No creo que haya cambiando ni un ápice, en cuestión de belleza. Yo la veo tan guapa como cuando erais novios. Aún te diré más, que ahora la encuentro mejor.
-Y no lo niego. Pero tendrías que verla por la noche, cuando nos acostamos.
-No creo que sea ese el lugar apropiado para que yo la vea...
-Déjate de bromas... No habían pasado ni tres meses desde la boda, que me condenó al martirio de la abstinencia. ¿Tú puedes imaginarme, tumbado en la cama, lleno de pasión, esperando el momento álgido de entregarnos al amor, y ves por la puerta del cuarto de baño que aparece una especie de clown con la cara embadurnada de crema y la cabeza como la de una medusa, llena de rulos?
-Sí, en efecto, me pintas un cuadro bastante depresivo.
-Depresivo, no; ¡frustrante! De modo, qué por más que lo intenté no logré ponerme en situación...
-Podías haber apagado la luz.
-Ya lo hice. Pero al querer darle un besó tropecé con el sabor de aquél emplasto, y casi vomito.
-Comprendo tu decepción de ese día, pero podías advertirle el desagrado que te producía, para que ella cesara en esa costumbre.
-¿Crées que no lo he hecho? Se lo he repetido una y otra vez, y hasta nos hemos enfadado por ello. Pero ella me replica que su cutis es sagrado, y que no puede prescindir de ese tratamiento.
-Difícil situación la tuya, ya lo veo. ¿Y no podrías buscar otros momentos, en que ella este guapa, para practicar el amor físico?
-¿Y cuando? Tú sabes perfectamente que el trabajo del despacho me absorbe todas las horas del día.
-Es cierto. Pero alguna solución habrá que buscar, antes de decidirse por la drástica de la separación.
-Bueno, verás, es que la cosa se ha complicado.
-¡No me digas que has buscado consuelo fuera de casa!
.-Pues sí. Como el saciar mis apetencias sexuales en casa no lo conseguía, me he liado con la secretaría. Y, chico, me ha salido una mujer de cama inconmensurable, además de que encajamos a la perfección en cuestión de carácter. ¡Si vieras con qué comprensión se solidariza con todos mis problemas!.
-No lo dudo. Pero si un día te casas con ella..., ¡ya me lo contarás...!
Amigo Félix: Entretenido tu cuento. Me acordé de un amigo que en la noche de bodas la mujer se sacó la peluca, las pestañas postizas, las uñas postizas, los dientes postizos y el maquillaje y el tipo no sabía con quién estaba... pero si quería echar a correr. Joaquín