(De mi serie de cuentos "El engaño)
Viviana es una preciosa joven en edad de casarse y formar una familia, es asediada por muchos hombres, todos caballeros que ansían de ella por principio un poco de atención. Pero Viviana ha puesto una terrible barrera a sus pretendientes y ha comunicado que sólo se casará con el que demuestre merecer la entrega incondicional de una mujer que vivirá amándole profundamente. Puede demostrar su derecho a ella de cualquier forma, pero la demostración más auténtica será la vencedora.
Se presenta ante ella el primer candidato. Un joven muy apuesto que cuya mirada cautivadora la ha perturbado. Viviana se siente intimidada por sus penetrantes ojos pero, con serenidad escucha sus palabras.
Merezco tu amor, hermosa mujer porque he entregado mi corazón al único propósito de amarte eternamente, porque he sido fiel a ti renunciando a toda posibilidad de estar con otra mujer, porque representas todo tiempo, todo espacio, todo pensamiento vivo en mi mente.
Viviana escuchó con tranquilidad y conforme pasaron aquella palabras recobró la tranquilidad que había sido atacada por un par de ojos negros, decididos...
Y la joven pretendida lo despidió diciendo al joven que meditaría sus palabras y le haría llegar una respuesta.
El segundo caballero entró a la presencia de la deseada mujer y le habló así:
Merezco ese amor, que tu puedes entregar porque sencillamente he nacido para ser tuyo en todo sentido, para tenerte como a la más preciosa de mis pertenencias, porque deseo hacerte inmensamente feliz, siempre a mi lado, sin permitir que nada ni nadie te toque o te ofenda con una mirada o una voz que te perturbe, porque he nacido para ti, solo para ti y para recibir ese amor, que entregarás, tarde o temprano a este humilde enamorado.
Viviana lo miró con desdén, le resultó demasiado arrogante y lo hizo salir inmediatamente de su presencia. Llego el tercer candidato y aunque para ella había sido suficiente, aburrida y desencantada lo recibió.
Señorita, he venido después de enterarme de lo que ha comunicado a todos los caballeros que deseen una oportunidad de ganar su amor. Yo no soy más que un pobre muchacho que no ha merecido jamás más cariño que el de mi eterna compañera... la soledad. Soy un miserable provinciano que ha hecho el voto de renunciar a mi mayor anhelo a cambio de poder sentir, con la bendición del cielo la entrega de una mujer valiosa, sincera, cuya hermosura sea tan grande que a los ojos humanos sea sólo un bello rostro y a los ojos de un espíritu humilde sea revelada en su más pura autenticidad. He traído para usted una prueba de mis palabras. En esta cajita que a sus pies pongo se encuentra encerrado mi mayor deseo, el sueño que he considerado casi imposible que me sea otorgado y, renunciando a toda posibilidad de obtenerlo le pido una oportunidad... una sola oportunidad.
Viviana miró a este joven con extrañeza, era alto, desgarbado y vestido humildemente, su voz parecía sincera y realmente estaba convencida de sus palabras... le pareció bello, tierno y decidido en una firmeza sublime.
El joven agregó:
Si acepta a este corazón que sólo desea sentir de usted su belleza transformada en amor, pagaré revelándole cual ha sido mi renuncia después de haber probado el calor de su preciosa humanidad.
Viviana reflexionó un rato y lo hizo partir prometiéndole una respuesta en tres días. Efectivamente la respuesta llegó a manos del muchacho, era el elegido para ser esposo y compañero inseparable de la hermosa Viviana.
Se casaron y con el pasar del tiempo la joven pidió a su esposo revelar aquel misterio de la caja...
Así lo hizo... y al abrirla se reveló el anhelo... un absoluto vacío, en la caja, no había nada.