Capítulo I
CRISTALES ROTOS


En la agonía de la tarde, cuando el sol se funde en el horizonte, María tenía sus ojos posados en la inmensidad de los campos… Vivía en una casa solariega, rodeada de campos de cultivo, no había mas casas en kilómetros a la redonda, solo esa…. Cuento esto porque influye en los acontecimientos.
María trabajaba en el servicio de la casa, era la dama de compañía de la Señora Olmedo, su señora era una pobre anciana que no se enteraba ni de la misa a la mitad, y ella tenía que hacer bien poco, pero agradecía el trabajo… en esos años de escasez después de la guerra civil, no era fácil encontrar un empleo decente, y ser dama de compañía no le parecía nada deshonroso…
Su aburrimiento era tal, que se encontraba contando las golondrinas que estaban revoloteando al atardecer encima del tejado del granero, cuando de repente, un movimiento captó su interés…. Allá a lo lejos, detrás de la casa del guardián notó como alguien o algo intentaba echar a correr, luego sobresaltada percibió un débil jadeo o aullido no estaba muy seguro, esperó expectante a qué la cosa saliera del rincón… pero nada, pasaban los minutos seguía oscureciendo y no ocurría nada…
Dada por vencida, se preparó para llevar la cena a la Señora, hoy la tocaba cenar verduras al vapor, acelgas … no era plato de su gusto, pero por lo menos no pasaba hambre como casi todas las gentes en esa época….
Vestida para cenar, bajó las escaleras hasta la habitación de la señora… todo estaba oscuro, todavía no habían encendido las lámparas de gas, pensó que aquello era raro, porque siempre Isidro a aquellas horas las tenía encendidas, no lo dio más vueltas y se dispuso a llamar a la puerta…
-Señora, da usted su permiso?
Esperó pacientemente a que la anciana, la diera el sí pero pasaron los minutos sin que le llegara respuesta alguna… María empezó a ponerse nerviosa, es mas se preocupó… entonces con toda la determinación que podía tener, se atrevió a abrir la puerta, lo que vieron sus ojos la asustó mortalmente…


María se encontró con la habitación revuelta y destrozada, la delicada cama con dosel estaba hecha jirones, astillas mejor dicho… los ventanales que daban al patio de la casa solariega abiertos de par en par… las cortinas yacían hechas un ovillo a los pies del baúl, y éste a su vez, se encontraba forzado, la cerradura de acero estaba rota… y los libros que estaban en su interior manchados… mas verlo supo de qué eran esas manchas… era sangre, además eran recientes, todavía no estaban oscuras… había manchas por todos los sitios, de diferentes tamaños… quiso gritar, pedir ayuda… pero no le salía la voz, su garganta estaba atenazada de miedo, sintió como un escalofrío recorría su columna vertebral….
Se giró dispuesta a irse de aquel horror cuando….

La puerta se cerró, un gran portazo la sobresaltó…. María estaba como una estatua, no se movía, casi ni respiraba, su corazón latía a mansalva… Lentamente se acercó a la puerta, cogió el pestillo y le giró… Abrió suavemente la puerta, casi con delicadeza… dio unos pasos para salir de la habitación, entonces notó como si alguien la rozara el cabello, asustada se dio la vuelta justo para ver como los cristales del ventanal se rompían sin que nada o nadie les hubiera tocado, saltaron cientos de cristalitos en todas las direcciones, la habitación estaba llena de ellos…. María no salía de su estupor, solo reacciono cuando notó una humedad en su frente… se llevó los dedos a ella y vió que era sangre, un vidrio la había rozado y arañado la frente…
Eso fue el acicate para salir corriendo, se levantó las faldas y echó a correr escaleras abajo gritando como una posesa…